La procesión del Anuncio Pascual ha dado fin, pasadas las dos y media de la tarde, a la Semana Santa burgalesa. Con la novedad del lugar en el que se han encontrado las tallas de la Virgen de la Alegría y el Cristo Resucitado, por primera vez en la plaza de Santa María, y un fuerte calor, inaudito para este tiempo, católicos, turistas y amantes de las tradiciones se despidieron de estos días de dolor, gloria, vacaciones y gastronomía.
Las cofradías y hermandades penitenciales se unieron en un acto de trompetas, campanas, jotas y pétalos de flores con la alegría de saber que su Dios ha resucitado y que toda la pena de días anteriores se ha transformado en una felicidad, que dentro de un año volverá a tornarse tristeza. El arzobispo, Mario Iceta, felicitó las Pascuas a los presentes y deseó que Jesús les ayude, sobre todo a quienes están pasando un mal momento por la falta de empleo o por problemas de salud.