«Todo hay que llevarlo al día y con disciplina de trabajo»

ALMUDENA SANZ
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Andrea Mínguez personifica la importancia del braille para una persona ciega. Actualmente es profesora de Inglés en el IES Félix Rodríguez de la Fuente

Andrea Mínguez, en su casa, junto a la máquina Perkins, ‘el braille speak’ y otros aparatos esenciales en su día a día. - Foto: Luis López Araico

Andrea Mínguez personifica la importancia del braille para una persona ciega. La ha acompañado y lo sigue haciendo cada día de su vida, como el alfabeto escrito para cualquier profesora de instituto. No hay diferencias. También en su caso, las nuevas tecnologías han mejorado su trabajo, pero sin hacerla abandonar el sistema de lectura y escritura táctil. «Para mí es fundamental. Sin braille sería imposible dar mis clases, es mi bolígrafo», señala en la habitación de su casa mientras, acompañada por su madre, Maricruz, muestra las herramientas, algunas incluso obsoletas, que la han ayudado a conseguir su sueño de ser profesora. Lo es de Inglés en el IES Félix Rodríguez de la Fuente, curiosamente, el mismo en el que estudió. 

Andrea no recuerda desde cuando sabe braille. Su madre, sí. Fue ella quien la enseñó durante un verano tras aprenderlo primero. Terminaron las vacaciones y cuando entró en el colegio ya sabía leer. La máquina que siempre llevó a clase fue el 'braille speak' (sistema portátil de almacenamiento, proceso y edición de textos), que ya apenas se utiliza. La Perkins, una suerte de máquina de escribir con la que todos empiezan, hace un ruido del demonio y la deja para uso en casa y nunca por la noche. En la universidad, además, lo registraba todo, previo permiso del profesor, con una grabadora de casete, por si con el 'braille speak' se le escapaba alguna información relevante. «Todo había que llevarlo al día y con una disciplina de trabajo enorme», sostiene Andrea, quien con ese rigor espartano y siempre con su madre al quite sacó adelante la carrera y aprobó las oposiciones. 

Al Félix llegó hace trece años y ya ha creado una rutina de enseñanza. Con ayuda del ordenador, elabora los apuntes para sus alumnos (su madre los pone bonitos) y ella utiliza los suyos propios en braille (un folio por las dos caras son siete u ocho en braille). Los libros que necesita los pide al servicio de Biblioteca de la ONCE en Valladolid, con el que siempre ha tenido una relación muy fluida (ha devorado toda clase de libros, incluidos diccionarios). Aún le caen gotas de sudor al recordar las clases a distancia durante la pandemia. Lo superó, como cualquier escollo que ha hallado en su camino, con tesón y el buen talante que le pone a la vida.