Crece el interés por adquirir fincas en Aranda

L.Núñez
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Las inmobiliarias de la capital ribereña aseguran que el mercado lleva unos meses "dormido" y con las "operaciones imprescindibles"

Crece el interés por adquirir fincas en Aranda

El teletrabajo y el miedo a nuevos confinamientos han provocado un cierto cambio en el mercado inmobiliario. Una variación que se traduce, entre otros aspectos, en la búsqueda de casas más espaciosas. También en Aranda y la Ribera del Duero, aunque no al mismo nivel que en las grandes ciudades. En los últimos meses ha crecido de manera notoria el interés por comprar fincas rústicas, ya sea en La Calabaza o en Costaján. Sin embargo, apenas ha variado la adquisición de casas en los pueblos de la comarca.

 

Diversas inmobiliarias que trabajan en la capital ribereña apuntan que en mayo se disparó la petición de terrenos. "Fue un escándalo. Todo el mundo quería uno y, de hecho, se vendieron bastantes", asegura Isabel Martínez, directora del departamento comercial de la inmobiliaria CHR. Algo en lo que también coincide Mamen Matesanz, gerente de Inmoba Aranda: "Aun avisando de que no se pueden hacer una casa en ciertas fincas, se han vendido muchas, al menos 45". En este sentido, indica que el tamaño varía desde los 900 metros cuadrados hasta los 10.000 en sitios como la carretera de La Calabaza, que a su juicio, "vuelve a ponerse de moda".

 

En esta línea también se expresa Juan Carlos Ubis, dueño de la inmobiliaria con el mismo nombre. Destaca que tras los meses de confinamiento total por la pandemia de coronavirus, "la gente ya no es que pida terrazas, sino que directamente optan por fincas de recreo y casas con jardín cerca de Aranda o en la propia Aranda". Todo, según Ubis, "para poder ir el fin de semana y que los niños corran. Básicamente solicitan lugares en los que se pueda respirar".

 

No obstante, la creciente demanda por terrenos se limita de forma mayoritaria al ámbito urbano. Hasta ahora, ese interés por viviendas más espaciosas no se ha trasladado a los pueblos de la Ribera. "No se ha producido un boom, ni mucho menos", subraya Juani Medrano, trabajadora de Frincasa, al tiempo que matiza que municipios como Fuentespina o Villalba mantienen su atractivo.

 

Una consideración que comparte Javier Guijarro, gerente de Alfa Aranda Inmobiliaria: "En general, la gente busca espacios abiertos, con terraza, fincas rústicas, viviendas unifamiliares... pero no le gusta irse a vivir a un pueblo. En Aranda tienes el campo al lado. No es una demanda tan excesiva porque no nos encontramos en una zona tan urbana como Madrid o Barcelona". En este sentido, desde CHR agregan que sí hay quienes valoran cambiar la ciudad por el campo, pero priman el alquiler frente a la adquisición: "Es una especie de experimento. Muchos prueban si es tan idílico vivir en un pueblo como se suele pensar. La situación cambia cuando algunas parejas tienen hijos y el simple hecho de apuntarlos a actividades extraescolares en Aranda se vuelve un agobio", precisa Martínez.

 

Pero no sólo eso. La gerente de Inmoba también apunta que las malas conexiones a internet en buena parte del medio rural frenan la compra de casas rurales y, por tanto, la llegada de nuevos pobladores: "Aunque se esperaba vender casas en los pueblos después del confinamiento, el teletrabajo en nuestra zona brilla un poco por su ausencia. Además, todos sabemos que en Aranda estamos casi en un pueblo".

 

Aumentan las reformas. Lo que también se ha activado con cierta relevancia a raíz de la pandemia es la reforma de pisos. Mamen Matesanz detalla que esta tendencia se ha acentuado especialmente en el barrio de Santa Catalina, donde calcula que los precios han bajado entre un 20 y un 25%.

 

"Hay pequeños ahorradores que eligen esta opción para después alquilar. Digamos que hay un mercado de inversiones para un futuro", remata.

En cualquier caso, desde Alfa concluyen que el mercado inmobiliario ahora está "dormido" y que las operaciones se limitan "a lo mínimo imprescindible".