El puente de Mijangos cura sus heridas

A.C.
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Una inversión de más de 50.000 euros posibilita que los tajamares y el conjunto del paso medieval recuperen su fortaleza tras los daños de la avenida del Nela en enero de 2019

El puente de Mijangos cura sus heridas

El 24 de enero de 2019, el río Nela volvió a demostrar su bravura y el arrastre de troncos y materiales que chocaron contra el puente medieval de Mijangos dejó herida esta joya del patrimonio de la Merindad de Cuesta Urria. Menos de dos años después se ha recuperado por completo de los daños sufridos tras una inversión que supera los 50.000 euros y que se eleva hasta 85.500, si se cuenta la pavimentación de un pequeño tramo cercano, entre el puente y Nofuentes y el acceso a Mijangos también desde el puente, realizada la pasada semana.

Sancho II de Castilla se refirió en un documento de 1067 a sus palacios en ‘Mescanigos’, antiguo nombre de Mijangos. Junto con la fortaleza de Tedeja (Trespaderne), la localidad formó un centro de poder visigótico, el antiguo Alfoz de Tedeja, y en 1202 fue donada al Monasterio de San Salvador de Oña. En su entramado medieval se conservan numerosos blasones y dos torres encajadas en el casco urbano sin apenas separación del resto de casonas que se alinean a lo largo de la calle principal. Sin embargo, la pujanza de las cercanas Medina de Pomar y Frías eclipsó a Mijangos que ha quedado reducida a una pedanía con restos de un pasado de esplendor.

Ese esplendor se lo debió también al puente que atravesaba el río Nela, un tesoro que pocos disfrutaban en aquellos años de difíciles comunicaciones. Y aún sigue ahí y seguirá en pie gracias a las recientes inversiones en sus sillares maltrechos. Sin apoyo de la Confederación Hidrográfica del Ebro ni de ninguna otra institución, al serle denegada al Consistorio incluso la ayuda de urgente necesidad solicitada a la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de la Merindad de Cuesta Urria ha afrontado su restauración y la junta vecinal ha realizado una pequeña aportación para completarla.

El puente de seis vanos se dolió de los efectos de la riada especialmente en los tajamares uno y cuatro, como explica la memoria redactada por el ingeniero Alfonso González. En el cuatro, el impacto de un árbol desprendió piedras de la parte inferior que dejaron un hueco cada vez más grande debido a la circulación del agua en el interior de la pila del puente, ocasionando el arrastre del relleno interior. Ese fue el inicio de un deterioro acelerado por el paso continuo de las aguas del río que cada vez vaciaba más el tajamar. La obra no podía esperar y el alcalde, Alfredo Beltrán, con su equipo de gobierno decidió licitarla aún sin ayudas.

La empresa Restauraciones y Rehabilitaciones AiBUR fue la adjudicataria de los trabajos por 43.261 euros y con ellos se recuperaron los volúmenes de los tajamares uno y cuatro, se sellaron las fisuras y, entre otras muchas tareas, se aplicó un biocida que frenará la aparición de la vegetación que antes aprovechaba cualquier grieta. Con esta inversión, el Consistorio también hizo frente a la reparación de los 60 metros de la carretera de Mijangos a Nofuentes que el Nela se llevó por delante junto a la central hidroeléctrica. El hormigón ha sustituido al asfalto que se levantó como si fuese plastilina.

Pero en el puente aún quedaban cosas por hacer y por ello, la junta vecinal de Mijangos, que preside Balbino Ruiz, contrató también por 12.180 euros a AiBUR para terminar de restaurar otros dos tajamares en mejor estado, pero tocados por el paso del tiempo y el agua. Las obras incluyeron otras mejoras y han terminado por completarse con nuevos trabajos que el Ayuntamiento adjudicó por 28.943 euros -18.278 aportados por la Diputación- y acaba de terminar ASYPA. Ha recuperado parte del pretil del puente y pavimentado sobre su estructura, el pedazo más deteriorado de su calzada, además del acceso a Mijangos desde el puente.

Solo le queda una espinita a Balbino Ruiz, el mal aspecto de la parte del pretil que se reparó con hormigón hace ya varias décadas. Bromea señalando que ya hay en el pueblo quien asegura que si le tocara la lotería arreglaría el puente y devolverle toda su elegancia.