De la revolución económica a la 'Matrioshka'

Maricruz Sánchez (SPC)
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Pablo Casado hace de la fiscalidad su gran baza en una confrontación en la que eleva el tono contra el PSOE

De la revolución económica a la ‘Matrioshka’ - Foto: JuanJo Martín

No quiso ayer el presidente del PP, Pablo Casado, que se repitiera lo ocurrido en el primer debate a cuatro celebrado 24 horas antes en TVE. Una cita en la que su protagonismo como actual líder de la oposición se vio empañado por la fuerza dialéctica arrolladora que exhibió el máximo responsable de Ciudadanos, Albert Rivera. Y, por eso, atacó desde el minuto uno al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, en todos los frentes, aunque con especial atención a la materia económica y al conflicto en Cataluña.

Arrancó el conservador acusando a Sánchez de ser como una matrioshka, una muñeca rusa con otras piezas en su interior -en alusión a los partidos nacionalistas e independentistas que respaldaron su llegada a La Moncloa- a las que se debe para mantenerse en pie. Y, en ese sentido, afirmó que el PP es la única opción que ofrece un Gobierno de estabilidad, sensato, moderado, a los españoles, frente a un Gabinete socialista que, a su juicio, dio poder como nunca a «batasunos y secesionistas».

Para lograrlo, no cerró la puerta a pactar con Cs, aunque si afeó la rapidez con la que los naranjas rechazaron esta alternativa antes del inicio de la campaña, aunque ahora les tienden la mano para consolidar un Ejecutivo constitucionalista. Si fuera necesario, porque Casado se mostró muy seguro de vencer, con la revolución financiera que plantea en su programa y evocando la, a su juicio, excelente labor económica acometida por los anteriores Ejecutivos del PP, y que no hicieron otra cosa que tratar de recuperar el empleo destruido por el PSOE y revalorizar las pensiones que habían quedado congeladas.

Elevó el tono el popular cuando Sánchez rechazó sus datos económicos, y mucho más cuando puso en cuestión su postura frente a las agresiones sexuales. Tampoco perdió la oportunidad de matizar a Rivera en sus apreciaciones. Y es que, se sabía resucitado como el gran rostro de la oposición, y así lo plasmó en su minuto de oro: el voto de la derecha debe permanecer unido, en su partido, porque darlo a Cs y Vox (al que mencionó en su alegato final), solo beneficia a los independentistas.