Burgos solo tiene tres geriatras en la sanidad pública

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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La provincia ocupa el undécimo lugar de España en porcentaje de población mayor sobre menores de 16 años y en los últimos 25 ha visto cómo el número de centenarios ha crecido hasta un 448%

Burgos solo tiene tres geriatras en la sanidad pública - Foto: DB

A pesar de ser la undécima provincia de España con el mayor índice de envejecimiento (el 185,41, muy por encima de la media nacional, que está en el 133,46), según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022, y de que el número de mayores no para de crecer, hasta el punto de que las personas que tienen cien años y más se han incrementado un 448% desde 1998, Burgos solo tiene en su sistema sanitario público tres especialistas en Geriatría, que es la rama de la Medicina que aborda los aspectos clínicos, preventivos, terapéuticos y sociales del anciano. Las profesionales están incluidas en diferentes servicios del Hospital Universitario de Burgos: Traumatología, Urgencias y Hospitalización a Domicilio, es decir que no existe una estructura específica, como un servicio o una unidad, que se ocupe de forma integral de las personas mayores. Quien hace algo similar es, casi siempre, Medicina Interna, y hay otras especialidades que tienen 'subespecialistas' en mayores como ocurre en Cardiología.

Esta falta de recursos, asegura el geriatra Álvaro da Silva, miembro de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Castilla y León, va en contra de toda la evidencia científica existente sobre la eficiencia de las unidades geriátricas: «Cuando un anciano es atendido por una unidad específica se reduce el número de caídas, de confusión y de deterioro funcional, además de que disminuye la estancia media de ingreso, hay una mayor probabilidad de alta al domicilio y menor de ingreso en residencia. También se reducen los costes asociados a la hospitalización, hay una mayor supervivencia a los 12 meses del alta y, por supuesto, un mayor nivel de satisfacción de los pacientes».

Esta sociedad científica presentó a la Consejería de Sanidad de la Junta en enero de 2020 un proyecto de creación de estructuras geriátricas que, explica Da Silva, cayó en saco roto «aunque en su defensa hemos de decir que enseguida llegó la pandemia y lo paralizó todo». Además de razones de peso para que Castilla y León empiece a contar con recursos sanitarios para los mayores, la Sociedad de Geriatría especificaba en sus peticiones cuáles consideran que son las necesidades más acuciantes. 

Ante todo, creen que debería haber consultas geriátricas: «Todo paciente mayor tiene derecho a poder ser valorado por un geriatra porque de ello depende en alto grado su calidad de vida, sobre todo en los que son más frágiles». Otras demandas son camas de agudos, hospitales de día «para la recuperación y revisión muy frecuente, diaria o casi diaria de los pacientes frágiles», unidades de caídas y consultas de oncohomeatogeriatría porque, añade Da Silva -que es miembro del Grupo de Trabajo de Fragilidad de la Sociedad Española de Geriatría, «conforme a la literatura científica, todos los hospitales deben habilitar consultas de geriatras para apoyar la toma de decisiones en pacientes con cáncer».

Los especialistas afirman que son muchas las ventajas de la Geriatría: descubre diagnósticos y problemas nuevos en el anciano, reduce el número de fármacos que toman, mejora el estado funcional, afectivo y cognitivo, reduce los reingresos hospitalarios y la institucionalización (derivación a residencias). Para Nieves Pereira, geriatría en Traumatología del HUBU, la forma ideal de trabajar sería conformando equipos geriátricos para atender a «personas hospitalizadas y ambulatorias siempre en coordinación, no sólo con Primaria sino también con las residencias, los ancianos y sus familias». El reto que se debe marcar el sistema es, a su juicio, «que el incremento de esperanza de vida venga acompañado de un aumento de la calidad de esta y para eso hay que invertir en promoción de la salud y prevención y garantizar una atención geriátrica de calidad y plena».

La falta de esta asistencia genera «múltiples problemas de atención a los mayores», según la Sociedad de Geriatría y Gerontología, empeora la calidad asistencial, aumenta el gasto sanitario y genera «una inaceptable discriminación», o lo que es lo mismo, incurre en edadismo, término recientemente aceptado por la Real Academia de la Lengua a instancias de la Sociedad Española de Geriatría y que se define como «discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas».

Además de la evidencia científica, la exigencia de unidades geriátricas está basada en una recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de incorporar especialistas en Geriatría para coordinar la atención de los mayores frágiles junto con sus médicos de Primaria «al haberse demostrado -insiste Da Silva- que mejoran la calidad de vida y reducen los costes». La Unión Europea y el Ministerio de Sanidad de España también lo han advertido en sendos documentos. 

Medicina Interna es la especialidad, ya se ha dicho, que más se acerca a la Geriatría y la encargada de atender en el hospital a los mayores que presentan un problema de salud (los médicos de Familia se ocupan de ellos en Primaria) pero tiene una diferencia importante con Geriatría: solo aborda su salud física mientras que los geriatras hacen un cuádruple diagnóstico: físico, psíquico, funcional (que evidencia si la persona es autónoma o dependiente) y el que tiene que ver con sus condiciones sociales.

Una unidad que duró cinco años
Entre 2008 y 2012 Burgos contó con una unidad de geriatría. Ubicada en el Hospital Divino Valles, se abrió como un área más de Medicina Interna cuando la jefatura recayó en Juan Francisco Lorenzo. En sus 19 plazas se atendió a pacientes de más de 85 años, cuya enfermedad principal tendía a la incapacidad física y llevaba asociada una patología mental o social. La unidad se deshizo al tiempo que se cesaba a Lorenzo pero el Divino se siguió viendo como un espacio para la atención geriátrica. De hecho, llegó a haber un proyecto en 2021 para que volviera a acoger cuidados medios y una unidad de paliativos, iniciativas que se truncaron tras el cambio de Gobierno en la Junta. 

Sobre todo, mujeres. El envejecimiento en la provincia de Burgos es, sobre todo, femenino. No hay más que echar un vistazo para comprobarlo a las interesantes cifras que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrece sobre las personas que tienen cien años o más, a las que, por cierto, el Ayuntamiento de Burgos homenajea hace más de una década en un emotivo acto en el Teatro Principal en el que cada vez hacen falta más sillas. 

Así, en 1998, primer año del que hay datos, se registraron 40 que habían alcanzado tan provecta edad: 31 eran mujeres y 9, hombres. En 2021, con un total de 206 centenarios, ellos fueron 36 y ellas, 170, más del cuádruple. 

Los expertos en la materia aluden a varias razones que lo pueden explicar, aparte de las de la genética, que son inmutables: que las mujeres han llegado más tarde a hábitos como el consumo del tabaco y el alcohol, que resultan letales porque incrementan mucho el riesgo de sufrir cáncer o infecciones respiratorias graves; que, mayoritariamente tienen mejores relaciones sociales y de mayor calidad, y la soledad -como se ha dicho ya en múltiples ocasiones- es un factor que empeora mucho las condiciones de vida, y que ante un problema de salud piden ayuda mucho antes que los hombres.