Los beatos ribereños de Benedicto XVI

Máximo López Vilaboa / Aranda
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En sus ocho años de pontificado, el Papa ha elevado a los altares a un total de siete beatos naturales de la comarca y a un obispo, como Juan de Palafox, muy vinculado a esta tierra ya que fue obispo de Osma

Imagen del Beato Ciriaco Sancha, originario de Quintana del Pidio. - Foto: AML

La noticia de la renuncia de Benedicto XVI ha servido para que distintos medios de comunicación hagan balance de su pontificado. El actual papa ha elevado a los altares a un total de siete beatos nacidos en la comarca de Aranda de Duero y a un obispo, como Juan de Palafox (1600-1659), muy vinculado a esta tierra y que fue beatificado el 5 de junio de 2011.

El célebre Virrey Palafox, durante su etapa como obispo del Burgo de Osma, visitó casi todos los pueblos de la Ribera y pasó largas temporadas en Aranda, siendo su residencia el convento dominico del Sancti Spiritus, en el Allendeduero. El papa Benedicto XVI declaró al obispo Palafox venerable el 17 de enero de 2009 mediante la firma de un decreto que manifestaba que practicó sus virtudes cristianas en un grado heroico. El milagro que lo llevó a los altares también tiene connotaciones ribereñas ya que se trata de la curación inexplicable en 1766 del párroco de Fuentemolinos, enfermo de tuberculosis.

El actual Papa también ha beatificado a Ciriaco Sancha y Hervás (1833-1909), nacido en Quintana del Pidio, y que fue, en distintas etapas de su vida, obispo de Madrid-Alcalá y Ávila, y arzobispo de Valencia y Toledo. En 1894 fue nombrado cardenal por el papa León XIII. Benedicto XVI definió al cardenal Sancha como «infatigable testigo de Cristo, padre de los pobres y servidor de la unidad de la Iglesia». La beatificación fue el 18 de octubre de 2009.

El 28 de octubre de 2007 fueron beatificados varios mártires españoles del siglo XX. Entre ellos se encontraban seis religiosos nacidos en la Ribera del Duero que murieron en ese terrible año de 1936 y que la Iglesia ha considerado que cumplen todos los requisitos para ser considerados mártires: haber fallecido por muerte violenta "per odium fidei", no oponer resistencia y aceptar esta muerte por amor a Jesucristo.

El beato Gerardo Gil Leal nació en La Vid el 3 de octubre de 1871 y ese mismo día fue bautizado en el monasterio de su pueblo. Los agustinos de Valladolid habían devuelto el perdido esplendor del viejo monasterio premonstratense al haberlo ocupado en 1864 para fundar su colegio de misioneros de Filipinas. Este temprano bautizo fue preludio de una vinculación mucho más profunda cuando este niño entra en el noviciado de Valladolid, donde profesa en 1888. Fue ordenado sacerdote en 1896. Posteriormente curso los estudios de Derecho y se dedicó a la Enseñanza. Entre 1902 y 1933 impartió clases en el Colegio María Cristina. En 1933 pasa al Real Monasterio del Escorial, donde el 6 de agosto de 1936 es detenido junto con casi toda la comunidad. Tras ser sometido a una farsa de juicio fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 30 de noviembre de 1936.

Una vida paralela tuvo el beato José Gutiérrez Arranz, que también nació muy cerca del monasterio de La Vid, en Zuzones. Cursó estudios en el seminario del Burgo de Osma para profesar como agustino en Valladolid en 1903 y ser ordenado sacerdote en 1911. Ejerció la enseñanza en el monasterio ribereño de La Vid, en Santander, en Valencia de Don Juan (León) y en Uclés (Cuenca). En 1933 fue nombrado Superior de la comunidad de Uclés donde le sorprende el comienzo de la Guerra Civil. El 27 de julio de 1936 fue apresado, junto con otros sacerdotes y esa misma noche son trasladados en camionetas hacia una prisión. No llegarán a su destino ya que son fusilados a las pocas horas en Belinchón (Cuenca).

Si para estos dos agustinos fue clave su lugar de nacimiento a la hora de orientar su vocación religiosa, lo fue también para el beato Vicente Peña Ruiz, que fue dominico, sobre todo por la influencia de las dominicas de su Caleruega natal. Este paisano de Santo Domingo de Guzmán nació el 22 de marzo de 1883. Los primeros estudios los realizó en Caleruega bajo la tutela del religioso que ejercía de capellán de las dominicas. Los estudios teológicos los realizará en el convento de San Esteban de Salamanca, siendo ordenado sacerdote en 1909. Fue destinado a los conventos de Las Caldas de Besaya (Cantabria), Palencia, Barcelona y Salamanca. En su labor intelectual destacó por su colaboración con el Justo Cuervo, en la edición de las obras completas de Fray Luis de Granada, gran escritor dominico del Siglo XVI. Su último destino fue el convento del Olivar de Madrid, que tuvo que abandonar tras el asalto del 20 de julio de 1936. El 4 de agosto es detenido e internado en la cárcel de San Antón. Fue asesinado en Paracuellos del Jarama el 30 de noviembre de 1936.

También era dominico el beato Teófilo Montes Calvo que nació en Gumiel de Mercado el 2 de octubre de 1912. Comenzó el noviciado en Santo Tomás de Ávila en 1929. Una grave enfermedad le obligó a volver con su familia a Gumiel de Mercado. Una vez recuperado se pone a trabajar en la granja de la Ventosilla y es entonces cuando se da cuenta que su camino es volver con los dominicos. Profesó como hermano cooperador en 1933, siendo asignado a los conventos de Ávila y Madrid como portero. Es arrestado el 13 de septiembre de 1936 para ser asesinado al día siguiente en la carretera del Pardo, cuando sólo contaba con 23 años.

El beato Juan Monedero Fernández nació en Roa de Duero el 11 de septiembre de 1881. Profesó como agustino en el Monasterio del Escorial el 28 de noviembre de 1899. Sus dotes para el estudio propiciaron que fuera destinado a estudiar a Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1904. La mayor parte de su vida la dedicó a la Enseñanza de la Teología en el Monasterio del Escorial, donde llegó a ser prior. El 6 de agosto de 1936 es detenido y trasladado a la cárcel de San Antón. Fue sometido a juicio y cuando recibió la noticia de la sentencia de muerte mostró signos de alegría por poder morir mártir. Fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 30 de noviembre .

Finalmente el beato Tomás Gil de la Cal nació el 7 de marzo de 1898 en la localidad ribereña de Guzmán (en el municipio de Pedrosa de Duero). Ejerció como maestro seglar en un colegio del barrio madrileño de Carabanchel Alto para luego hacerse salesiano. Siendo todavía postulante estalla la Guerra Civil y es detenido. Será martirizado el 25 de septiembre de 1936.