El HUBU consume 800.000 guantes y mascarillas cada mes

H.J.
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Los protocolos de seguridad frente al coronavirus provocan un consumo de EPI nunca vistos que apenas descienden tras haber pasado lo peor de la pandemia

Los equipos de protección individual se han convertido en el atuendo habitual de los sanitarios - Foto: ALBERTO RODRIGO

El gigantesco reto que la pandemia está suponiendo para el sistema sanitario no solo se ciñe al aspecto terapéutico, a la carrera por encontrar una vacuna segura y efectiva o al tratamiento de las secuelas que deja el coronavirus. También es un desafío para la coordinación logística de una organización que en marzo se vio desbordada ante una demanda inédita de equipos de protección individual (EPI).

Las propias características de la covid han obligado al uso de estos EPI a unos niveles que jamás habíamos conocido. Si las mascarillas se han vuelto un complemento necesario para toda la población, y de hecho son obligatorias en cada vez más territorios ante la aparición de rebrotes, mucho más lo son en el ecosistema hospitalario, y de ello dan buena fe las estadísticas facilitadas por el Hospital Universitario de Burgos sobre el consumo de estos materiales de lucha pasiva contra la enfermedad.

Durante el pico de la pandemia, en el mes de abril, se llegaron a emplear casi 75.000 batas de aislamiento, más de 66.000 calzas, 56.900 gorros quirúrgicos, cerca de 750.000 guantes, 40.000 mascarillas FFP2 y FFP3, se rozaron las 100.000 mascarillas quirúrgicas y las 5.500 pantallas protectoras.

A todo ello hubo que sumarle casi 3.500 litros de solución desinfectante hidroalcohólica, otro imprescindible en esta época.

Se trata de unas cifras mareantes que permiten hacerse una idea del volumen de necesidades que llegó a registrarse, agravadas ante los más de 200 pacientes que coincidieron ingresados en planta por culpa del coronavirus y los 55 que soportó simultáneamente la UCI ampliada en los peores momentos. Superados aquellas fechas críticas algunos de estos materiales ya no son tan necesarios, pero la nueva normalidad ha traído consigo el mantenimiento de muchas de las medidas de seguridad, tal y como sucede en el conjunto de la sociedad pero evidentemente multiplicadas en un ámbito hospitalario.

De esta forma, a lo largo del mes de junio se siguió gastando una media diaria de más de 500 batas, 220 calzas, 300 gorros, 22.700 guantes o 4.700 mascarillas de distintos tipos.

Más que en febrero. Las quirúrgicas, por ejemplo, se emplean ahora más que durante las semanas críticas puesto que todo el personal las sigue llevando independientemente de si tratan o no con enfermos de covid. Además, se han recuperado parte de las consultas externas aunque el criterio preferente sigue siendo el de intentar resolverlas de forma telemática en los casos que sea posible. Igualmente, las intervenciones quirúrgicas programadas van tomando ritmo, las pruebas diagnósticas y terapéuticas también e incluso los ingresos urgentes por patologías que durante un tiempo parecía que habían desaparecido por completo (accidentes de tráfico, domésticos o laborales). Con todo ello, las necesidades se amplían de forma irremediable.

Así las cosas, y superados los problemas de abastecimiento, que llegaron a ser verdaderamente graves en toda España, el HUBU mantiene custodiado stock suficiente, al menos con lo que sabemos ahora del virus y a la expectativa de posibles repuntes. No solo está funcionando el almacén del edificio industrial, sino que se ha habilitado una zona específica en un gran pasillo del segundo sótano. Todo el mundo espera que no resulte necesario ampliarlo porque eso sería la mejor señal de que las previsiones no han vuelto a desbordarse.