«Cuando me bajaron a UCI piensas que puede acabar tu vida»

I.M.L.
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ENTREVISTA | Después de 18 días hospitalizado, el procurador de Cs en las Cortes regionales, José Ignacio Delgado, comparte su experiencia como un aviso. «No puedo entender cómo seguimos siendo tan irresponsables», apunta

José Ignacio Delgado, procurador de Cs en las Cortes. - Foto: Valdivielso

Entre los 31.715 burgaleses que han tenido o tienen la covid-19, el político calerogano José Ignacio Delgado ha sufrido en su piel el miedo por la enfermedad y ahora agradece estar en casa tras superarla.

La profesionalidad del ámbito sanitario, su humanidad, el apoyo de su familia y amigos y la mano extra de la figurita de Santo Domingo de Guzmán, su ‘dominguito’, que le ha acompañado en la habitación, le han dado fuerzas para poder contarlo ahora. 

¿Cuándo supo que se había contagiado?

Fue el martes 23 de febrero. Yo salí el domingo antes de trabajar y ya no me encontraba bien, como cuando empiezas con una gripe.

El martes fui al pleno de las Cortes y allí me hicieron la prueba y di resultado positivo. 

Tiene claro, entonces, dónde pudo contraer la covid-19.

Al parecer fue en el trabajo, en los calabozos de plaza de Castilla, donde estoy destinado como funcionario de prisiones. Es un trabajo muy especial, llegamos a ver 100 detenidos al día y eso entraña riesgo. 

Se da la circunstancia de que me quedaban ocho o diez días para vacunarme cuando me contagié, no llegué a tiempo y hay que asumirlo.

¿Y su caso es uno más de contagio con la cepa inglesa?

Parece ser que sí. La médico que nos atendió nos dijo que el 70% de los que estábamos en el HUBU éramos de la cepa inglesa.

Además, en casa contagié a mi mujer y a mi hijo, pero afortunadamente lo han pasado bien, en casa y sin mayor sobresalto. Pero estaba muy preocupado por mi madre, que tiene 86 años e iba a verla todos los días, pero ni ella ni mis hermanos se han contagiado, y ella ya está vacunada porque le tocaba por edad.   

Los primeros días de la enfermedad los pasó en casa.

Sí, los médicos me estuvieron llamando continuamente para controlarme y estaba bien pero me empezó a subir la temperatura. Llegué a tener un día 38 grados y me mandaron al hospital de Aranda.

Bajé solo, pensado que me iban a hacer una prueba y mandarme a casa, pero me dejaron ingresado. 

En ese momento, ¿qué se le pasa a uno por la cabeza?

La verdad es que se te cae el mundo encima, piensas que la cosa va mal, que se está complicando. El hospital siempre da mucho respeto, más cuando te ingresan y te trasladan al HUBU a la mañana siguiente. Ahí fui consciente de la gravedad. 

¿Qué experiencia tiene de su estancia en el HUBU?

Lo primero que tengo que decir, porque es así, es agradecer toda la profesionalidad, el cariño y afecto que dan desde el primer celador, la señora de la limpieza, los médicos y enfermeras, todo el mundo. Tenemos una sanidad que es una auténtica maravilla, a la última en tecnología, pero sobre todo es el cariño y la profesionalidad. Estar en un gran hospital te ayuda a sobrellevar la congoja y la incertidumbre del momento, te da tranquilidad.

Cuando me bajaron a la UCI vi que la gravedad era importante. Se te pasa todo por la cabeza, te acuerdas de tus hijos, de tu mujer, de tu madre, de tus hermanos, de los amigos y piensas que se puede acabar tu vida, cómo dejas la situación,... 

¿Los sanitarios siguen dando el todo por el todo después de un año de pandemia?

Les ves cansados pero siempre, siempre tienen la mejor disposición, con todo el cariño, pensando en los pacientes. Me transmitían optimismo y ganas de superarlo. Muchos lo han pasado y te lo cuentan para ponerse de ejemplo, siempre en plan positivo y dando ánimos.

Cuando vives esta experiencia te percatas de que la gente no se da cuenta de que nos estamos jugando la vida. Hace poco me he enterado del fallecimiento de este paisano mío de Aranda que ingresó a la vez que yo y que no pudo superarlo. Te hace valorar la importancia de la situación y que tenemos que ser responsables, intentar por todos los medios no contagiarnos.

Cuando veo esas barbaridades de las fiestas ilegales, no puedo entender cómo seguimos siendo tan irresponsables. 

En la UCI tuvo acceso a vídeo llamadas con la familia, pero imagino que al recuperar su teléfono tendría muchos mensajes.

Fue increíble, yo no sé la de cientos de mensajes que tenía. Intenté responder a todos con emoticonos, al menos, para dar las gracias a todo el mundo que estuviese pendiente. 

¿Cómo vive su vuelta a casa?

Nunca me he arrepentido de haber dejado Madrid para venirme aquí, pero ahora estoy más feliz y contento que nunca de estar en el pueblo. Es un lujo, una maravilla. Soy un convencido de que se vive muy bien. Llegar aquí es aumentar la salud y las ganas de todo, solo respirar este aire puro de mi Caleruega me deja a tope de salud, de ganas de trabajar y de retomar los proyectos que hay que sacar adelante. No podía irme sin ver terminada la Autovía del Duero, que es ya una batalla personal.

¿Qué ha aprendido de esta experiencia?

Que la vida es fundamental. Que la salud es más importante de lo que parece y que, como todo en la vida, cuando está a punto de perderse es cuando se valora.

Y que nos tenemos que cuidar todos más, seguir las recomendaciones de los sanitarios y dar importancia a las cosas que lo tienen: la vida, la familia, los amigos, la ilusión por vivir y realizar proyectos, para hacer entre todos una vida mejor para nosotros y nuestros ciudadanos.