M. Aranda: "Noto el cariño del público de Burgos cada tarde"

Leticia Ortiz
-

Llega con la vitola de ser uno de los triunfadores de 2018 en Burgos y con la espinita de un San Isidro en el que no rodaron las cosas. En su toreo tiene la posibilidad de volver a cambiar la suerte y demostrar que queda Morenito de Aranda para rato.

M. Aranda: "Noto el cariño del público de Burgos cada tarde" - Foto: Alberto Rodrigo

Llega con la vitola de ser uno de los triunfadores del pasado año en Burgos, aunque también con la espinita de un San Isidro en el que no rodaron las cosas. Pero en su toreo tiene la posibilidad de volver a cambiar la suerte y demostrar que aún queda Morenito de Aranda para rato.

Otros años me ha contado que le quedaba por salir en Burgos ese toro que le dejase expresarse de verdad. ¿Se quitó la espinita el año pasado con Giganteo, de Bañuelos?

La verdad que sí. En Burgos echaba en falta, sobre todo, protagonizar tardes de toros importantes. No se acababan de redondear las cosas para que yo me sintiera pleno con mis actuaciones. Pero la corrida de los seis toros de Adolfo Martín, que lo di todo y fue una tarde importante para mí, y la del año pasado, que fue un día completo, de entrega y de toreo, me he quitado ya un poco esa espina. 

¿Qué recuerda de aquella tarde?

Fue una tarde, como te decía, completa. A ese toro, que fue premiado como el mejor de la Feria, al principio le costó centrarse, pero luego sacó un gran fondo que me permitió torearlo con gusto, a compás, como lo sentía. Creo que es el toro que mejor he podido cuajar en Burgos. Y la tarde, en trofeos, pudo ser aún mejor porque hubo petición de oreja cuando me dieron una en el primero, y de rabo cuando me pidieron las dos en el segundo. Al final me llevé tres, pero más allá de los trofeos quedan las sensaciones.

Ha sido triunfador y autor de la mejor faena, se ha encerrado con seis toros… ¿Sigue sintiendo la responsabilidad en Burgos o ya ha demostrado más que suficiente?

El cuerpo me pide más. Burgos es una Feria importante para todo el toreo, pero además, para mí es especial porque es mi tierra. Después de dos años con tardes en las que lo he dado todo y he triunfado, llego responsabilizado y mentalizado para estar, como mínimo, a ese nivel. 

Día grande de las fiestas, con dos figuras como Ferrera (que llega como triunfador de Madrid) y Castella, abriendo la Feria... ¿Es más complicado aún?

Personalmente me motiva estar anunciado con toreros de ese nivel y que están en un buen momento. Pero, hombre, hay mucha presión porque Ferrera, por ejemplo, viene en la plenitud más absoluta de su carrera como triunfador en Madrid e indultando dos tardes consecutivas en Badajoz; y Castella estuvo muy bien en Alicante… Pues imagina… Es un cartelazo que, además, me han contado que ha levantado expectación. A uno le llena estar anunciado en tardes así, pero le llena de todo: de ilusión, claro, pero también de responsabilidad, de presión, de exigencia.

¿Se siente querido cuando hace el paseíllo en Burgos?

Sí. Siempre. Pero es verdad que también me siento exigido. Noto el cariño y, a la vez, la exigencia del público. Pero creo que es importante porque cuando te exigen es porque quieren verte al máximo nivel, quieren que dé lo mejor de mí. Las de Burgos son tardes que no son fáciles, porque hay una losa muy pesada con esa presión, pero cuando empiezas sabiendo que la gente te quiere y te respeta, se afronta de otra manera. Esta profesión es así.

Cuando uno pone sus ilusiones en dos fechas como las de San Isidro y las cosas no salen, ¿a qué se aferra para seguir? ¿Cómo se siente?

Es muy duro. El toreo es una profesión complicada porque no solo depende de ti, sino también del toro y de la suerte. La primera tarde de Madrid fue de las que peor sensación me dejó en toda mi trayectoria en Las Ventas. Fue muy frustrante por no tener ninguna opción. Y cuando pones toda la ilusión en una preparación para esa tarde y te encuentras con algo así, pues te parte todo. Y la segunda fue una tarde en la me sobrepuse a muchas cosas, estuve dispuesto… Pero yo soy autocrítico y cuando las cosas no ruedan como uno quieren, no siempre el culpable es el toro o el viento. Hay que mirar al interior y pensar lo que has hecho bien y lo que has hecho mal porque eso también te ayuda a crecer para afrontar otros retos.  

 ¿Siente que Madrid le ha dado la espalda?

No. Ni mucho menos. Al revés, soy de los pocos toreros que puede decir que Madrid está con él en las buenas y en las malas. No sé las corridas que llevaré en Madrid, más de 30 seguro, y he salido a hombros, he cortado orejas, he pinchado faenas de triunfo gordo, he dado vueltas al ruedo, no me he entendido con algún toro… y siempre he notado mucho, mucho, mucho respeto. Y me enorgullece ese trato de una plaza como Las Ventas. De hecho, me siento muy en deuda con Madrid por el cariño, el respeto y la admiración que siempre me han transmitido. Por eso lo he pasado mal este año, porque ni siquiera la afición se ha podido quedar con algo, con un detalle… Nada. 

¿Cómo se recupera uno de un golpe así?

Mira, estuve varios días sin entrenar después de Madrid. No está bien decirlo, pero es así. De la desazón y la frustración de las dos tardes. Pero está profesión es así. Y hay que aferrarte a tu ilusión y a lo que llevas dentro, que eso sigue ahí. Casualmente los años en que no han rodado las cosas en Madrid, luego ha sido cuando mejor he estado en Burgos. Quizá sea por esa necesidad de triunfo o, más bien de sensaciones propias. Para mí es muy importante, más allá del triunfo, dejar una sensación de plenitud. Después de Madrid, que no han rodado las cosas como quería, sobre todo para volver a posicionarme de cara a las ferias que vienen, uno quiere aprovechar todo para reivindicarse, para sentirse pleno… Y espero que sea el día 29.