Cáritas teme quedarse sin espacio en el albergue municipal

Angélica González
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Mano izquierda, psicología positiva, cine y juegos de mesa sirven para mantener alta la moral en la primera y complicada semana de confinamiento de las personas sin hogar

Películas, libros, charlas y actividades como la emisión de vídeos de psicología positiva intentan hacer más llevadero el confinamiento. - Foto: Patricia

El jueves llegaron tres personas más y en estos días esperaban otras tres. El albergue municipal de la calle San Francisco que gestiona Cáritas está ya muy cerca de completarse y sus responsables han iniciado conversaciones con el Ayuntamiento para buscar posibles soluciones que pasarían por habilitar plazas de descanso y confinamiento en algunos espacios del Consistorio aún sin precisar. Las previsiones sobre el papel de la ONG católica están empezando a saltar por los aires porque eran de mantenerse con sus 44 usuarios y dejar algunas camas libres en previsión de que llegara de improviso alguna otra persona. Pero no tres en un mismo día.

El educador social David Alonso no pierde la calma pero tampoco esconde la tensión que supone recibir a nueva gente de la calle. Dice que se pasa una angustia doble: La de no saber si van a tener hueco para ellos y la de desconocer si los transeúntes llegan con el coronavirus: «Nosotros no somos sanitarios así que tiramos de termómetro y les preguntamos si tienen síntomas y si han estado con alguien que pudiera tenerlos». El jueves la película que se puso por la mañana para entretener el tiempo de los usuarios fue Interstellar y su odisea para encontrar un nuevo hogar para la humanidad.

Con ser el más importante, de largo, el de la falta de plazas, no es el único frente que tiene abierto el equipo de Cáritas, que estos días está echando el resto con el objetivo de que la cuarentena de la gente sin hogar de Burgos se pase lo mejor posible. Porque tan prioritario consideran que es que haya espacio suficiente para todos como encontrar un voluntario que sepa de electricidad y se acerque a la casa de Fátima y Santiago a arreglarles la tele. Esta pareja, que en su día vivió en la calle, ocupa una de las viviendas con las que Cáritas ayuda en su itinerario vital a los sintecho y ese mismo jueves aciago una avería les dejó sin su única fuente de entretenimiento (de vez en cuando conviene recordar que no todo el mundo tiene Netflix, ni siquiera wifi) y, por supuesto, ninguna empresa de reparación se arriesga a entrar en una casa por la alerta sanitaria. Así que, mientras aparecía un ángel con un destornillador, David Alonso decidió que lo mejor era llevarles el DVD de su propia casa para que pasen el rato, lo que hizo cuando terminó su turno de la tarde del viernes.

La primera semana del estado de alarma no empezó de la mejor manera. Que se decretara en sábado provocó que el domingo no estuviera organizado el dispositivo para que todos los usuarios se confinaran. La primera solución de emergencia fue que pasaran el día en la casa de acogida de San Vicente de Paúl, situación que se repitió el lunes mientras se organizaban los cuadrantes de los trabajadores y las salas y otros espacios del albergue para pasar el tiempo de la mejor manera posible. Lo bueno de ese día fue que empezaron las sesiones de cine matinal: A las diez de la mañana los usuarios de la casa pudieron empatizar con los esfuerzos de Rocky Balboa para conseguir su sueño.

(El reportaje completo, en la edición impresa de DB)