Con la vista en el cielo

I.M.L.
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El espectáculo de los saltos con paracaídas de la patrulla acrobática del Ejército del Aire regresó a Aranda y asombró con 3 formaciones a una afición entregada que aplaudió a rabiar cada una de ellas

Una de las formaciones, con los saltadores unidos en el descenso. - Foto: Christian Castrillo

Para cualquier visitante, sorprende constatar la afición que despierta la participación de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (Papea). Unas siglas que, año tras año, han calado en los arandinos, que ya dicen con total normalidad eso de «¡Vamos a ver a la Papea!». La explicación de esta querencia a completar la mañana del Día de la Función atisbando en el cielo los colores de los paracaídas es sencilla: El Centro Cultural Nuestra Señora de Loreto, integrado por gente muy relacionada con el Ejército del Aire, se encarga desde hace décadas de que los uniformes azules estén presentes en estos festejos septembrinos. 

Los propios integrantes de la patrulla también se muestran sorprendidos con la acogida de los arandinos. «Vamos por toda España y aquí pensaba que iba a ser más pequeñito pero me sorprendió ver la cantidad de público que viene a ver este salto, pero está la tradición de muchos años de la Papea y nosotros lo agradecemos, lo tenemos siempre señalado en el calendario con mucho cariño por el calor del público, y aquí se come y se bebe bien, nos tratan de maravilla», reconocía el capitán José Luis Lomas, jefe de la Papea, que volvió a hacer de maestro de ceremonias para explicar a los asistentes las diferentes pasadas.

Arriesgándose a sufrir una contractura en el cuello, los centenares de arandinos que rodearon el campo de rugby junto a la ermita (algunos de ellos llegados sólo para asistir a este espectáculo aéreo) pusieron sus ojos en el cielo azul y buscaron los puntos rojos y amarillos que empezaban a atisbarse arriba, muy arriba. Los saltos se realizan a más de 6.000 pies de altura, eso son dos kilómetros, pero el primero de los ocho saltadores en tomar tierra recorrió esa distancia en menos de un minuto. «Es una campana rápida», aclaró el capitán Lomas, donde campana es sinónimo de paracaídas, antes de avisar que «va a toda velocidad, es espectacular el aterrizaje». Y se quedó corto. Una sonora ovación reconoció la espectacularidad del salto.

Y fue la primera de otras más. En la segunda pasada para la bandera del Ejército del Aire y los tres saltadores que descendieron muchos metros unidos, hasta que llegó la guinda. «Se unen los dos paracaidistas, ponen las campanas perpendiculares al suelo y paralelos entre sí, unidos por la bandera, descienden a 70 km/h y, para tomar tierra, se separan», relató la última pasada el jefe de la Papea.

Clavado el aterrizaje, las expresiones de asombro se mezclaron con los aplausos, antes de que los ocho saltadores formaran para saludar a las autoridades y, de paso, atender a todas las peticiones de fotos de los aficionados, muchos de ellos niños, que querían guardar este momento en su galería de fotos.

ARCHIVADO EN: Aranda de Duero