«Ser titular es un sueño porque te estabilizas»

B.G.R. / Burgos
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Tiene 28 años, es natural de Bilbao y desde septiembre trabaja en la Universidad de Burgos como ayudante doctor con un contrato de cuatro años de duración

Tiene 28 años, es natural de Bilbao y desde septiembre trabaja en la Universidad de Burgos como ayudante doctor con un contrato de cuatro años de duración al que accedió tras haber superado un concurso público. Imparte clases de Ciencia Política en la Facultad de Derecho y desde siempre tuvo claro que su vocación era la docencia, algo que le gustaría seguir ejerciendo aspirando a convertirse algún día en profesor titular. «Si aquí me quieren, aquí me quedaré», remarca.
Sergio Pérez estudió en el País Vasco, donde obtuvo una beca que le permitió realizar la tesis doctoral. Concluida la ayuda y el trabajo de investigación, solo le quedaban dos opciones: o esperar a que se abriera una puerta en su universidad de origen o probar suerte en otra. Y fue ahí donde se enteró de convocatorias de plazas de ayudante en la UBU, en Madrid, en Sevilla, en Valencia... «Yo eché en todas y tuve la fortuna de caer en la de Burgos» precisa.
Su carrera docente había comenzado antes dando clases de inglés en un instituto concertado en el que se dio cuenta de que cuanto más mayores eran sus alumnos más cómodo se sentía enseñando. Por ello, vio que su futuro pasaba por el ámbito universitario y dentro de este por el campo de la ciencia política, que también considera vocacional y en el que militó durante algún tiempo aunque prefiere no desvelar el nombre del partido político.
«Me di cuenta de que eso no era lo mío y que lo que de verdad me gustaba era enseñar e investigar», comenta satisfecho de su aterrizaje en el campus burgalés, donde ha encontrado «increíbles» compañeros que le facilitaron su despegue académico. Del lado de los alumnos, nota cierta diferencia con los del País Vasco, «donde la gente está más politizada y metida en movimientos y asociaciones», algo que se traslada al aula en forma de más inquietudes. 
Pérez reconoce que la carrera docente universitaria resulta cada vez más exigente y difícil. «Nos piden lo mismo que a los que son funcionarios pero cada cierto tiempo hay cumplir objetivos para que la Agencia de Evaluación de la Calidad Universitaria te permita acceder al siguiente nivel», explica. El siguiente paso para él será el de conseguir una plaza de profesor contratado doctor, aumentando así las posibilidades de tener un puesto indefinido. 
Este complicado recorrido tiene inconvenientes como la dificultad para compaginar la docencia con la investigación para seguir acreditándose, lo que a veces «resulta prácticamente imposible». Lo de llegar a ser profesor titular (funcionario) es para Pérez un «sueño» y también un «objetivo» porque «te estabilizas y te la posibilidad de la movilidad». 
Paciencia y tesón son sus recetas. «Hay gente que se ha sacado el doctorado y lleva cinco años parada», subraya, al tiempo que pone como ejemplo que dentro de unos meses habrá «1.000 doctores pegándose por las plazas». Su  aliada es la edad, ya que es el profesor más joven de la UBU.