«Siempre ha sido un niño pero le identificamos mal al nacer»

Angélica González / Burgos
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Raquel Ruiz es la madre de un crío transexual de 14 años que este año ha hecho el 'tránsito social', que es pedir que se le trate tal y como él se siente, que se le reconozca por el nombre con el que se identifica

 
Cuenta Raquel Ruiz que durante los primeros años pensó que tenía una niña a la que le gustaba hacer cosas de niños. Sin más. «Iba con los chicos, no vestía muy femenina pero no le dimos más importancia hasta que a los 9 ó 10 años empezó a decir que era un chico, a presentarse como un chico ante quienes no le conocían y a referirse a sí mismo en masculino, y cuando yo se lo afeaba, él insistía en que era un chico y no entendía nada». Ante esta declaración de intenciones, la madre no dejaba de preguntarse qué le podía pasar y buscó alguna información en internet sin mucho éxito porque todo lo que encontraba tenía que ver más con adultos que con críos pequeños.  Al poco de que el chaval llegara al instituto le dieron aviso de que querían hablar con ella. Zoe pidió que se refirieran a él en masculino y los profesionales querían saber si la madre estaba al tanto.
«Fue la orientadora escolar la que me ayudó, la que me preguntó si había pensado alguna vez que mi niña podía ser un niño y la que pronunció por primera vez la palabra transexual, que yo no podía verbalizar por mucho que la tuviese en la cabeza. A partir de ahí vino la aceptación y la búsqueda de información, que me la proporcionó también esta profesional al hablarme de Chrysallis», añade. De esto ha pasado ya un año y ahora Raquel es la vicepresidenta de Chrysallis en Castilla y León, una asociación de familias con menores transexuales que comparte la realidad de sus criaturas,  reivindica sus derechos y ofrece ayuda ante los problemas que se les plantean en cualquier ámbito.
Este colectivo enseña, además, a conocer a fondo qué es la transexualidad -la situación que se produce por la diferencia entre el sexo asignado a la persona al nacer y la identidad sexual que ésta siente y manifiesta- y a utilizar bien el lenguaje, algo tan fundamental: «Mi hijo no nació niña, siempre fue un niño, lo que ocurrió es que le identificamos mal al nacer porque existe la costumbre de identificar a las personas por sus genitales -si tiene vulva, es niña y si tiene pene, niño- pero ahora sabemos que aunque es estadísticamente lo más frecuente, no siempre ocurre así». De hecho, aunque no existe ningún gran estudio sobre la prevalencia, en Chrysallis manejan el dato de que  tendría esta condición 1 de cada mil personas ya que los análisis estadísticos que se van haciendo coinciden cada vez más en esta cifra. En Castilla y León serían poco más de 300 niños y adolescentes y en Burgos, unos 50.
Zoe ha hecho este año lo que se denomina el tránsito social. Le ha pedido a todo el mundo que le trate por su sexo sentido (que es como llaman en la asociación a la identidad sexual con la que el menor se siente a gusto), que se le reconozca por el nombre con el que se identifica y que se le permita comportarse y vestirse de acuerdo a su identidad. El resultado ha sido muy tranquilizador para la familia: «Es mucho más feliz que antes, ha sido como un despertar y ha pasado de ir mal en los estudios a llevarlos mucho mejor».
Porque las cosas no son fáciles para los menores transexuales. Dice Raquel Ruiz que todos los días se enfrentan -en el mejor de los casos- a un montón de microacosos,  y en el peor, a situaciones de presión insoportables. «Yo, como madre, tengo miedo, pero también te digo que estos niños son muy valientes. En mi caso sé que ha tenido algunos problemas pero porque me he enterado después. Zoe se ha hecho fuerte porque si la adolescencia es un periodo complicado para todos, en estos casos, lo es mucho más».
Y es que existe un gran desconocimiento sobre lo que es la transexualidad y una vinculación de esta condición con lado más sórdido de las cosas. La ignorancia lleva al miedo y, en muchos casos, a la agresión verbal o física. Así que frente al no saber, información. Como hizo Raquel este verano después de que su hijo no lo pasara nada bien: «Me cogí a un grupo de chavales y a unas cuantas mamás para explicarles qué era esto y se acabaron los problemas».