La UBU triplica en 4 años el número de investigadores

B.G.R.
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Hay 256. Son aquellos profesionales que se dedican de forma exclusiva a este campo mediante contratos específicos o con cargo a proyectos. El 39% trabaja en el departamento de Química

La UBU triplica en 4 años el número de investigadores - Foto: Alberto Rodrigo

El incremento de los fondos para  investigación de la Universidad de Burgos va unido a un alza en el número de profesionales que se dedican en exclusiva a esta tarea, ya que el profesorado, salvo los asociados, tienen por ley esta obligación junto a la de la docencia. Desde 2014, el campus ha triplicado esa cifra al pasar de los 80 de aquel momento a los 256 de finales de 2018. Todos ellos están vinculados a la institución ya sea mediante programas específicos de formación financiados por administraciones públicas o con cargo a proyectos conseguidos y contratos con empresas.

En estos últimos cuatro años el crecimiento ha sido exponencial, salvo en 2015 que se redujeron en cuatro respecto al anterior. En 2016 se duplicaron hasta los 140, pasando a los 198 en el cierre de 2017. Por centros, es el departamento de Química el que más contribuye al incremento de esta plantilla, representando cuatro de cada diez empleados (102). Le sigue el de Biotecnología, con 39; el Centro Internacional de Materias Primas Críticas (33) e Ingeniería Civil (12).

El resto del personal está repartidos de la siguiente forma:nueve en el área de Economía y Administración de Empresas, los mismos que en el de Física; ocho en la de Ingeniería Electromecánica; siete en el propio Vicerrectorado de Investigación; siete en Ciencias Históricas; cinco en Arquitectura, en Derecho Público y en Economía Aplicada; cuatro en Ciencias de la Educación y en Didácticas Específicas; tres en Ciencias de la Salud, y dos en Derecho Privado y Filología.

La relación laboral que mantienen con la institución académica local es a través de contratos predoctorales o posdoctorales, a los que se añaden los de técnicos de apoyo (72). Los primeros están dirigidos a aquellos profesionales que se inician en la investigación con la realización de la tesis, que suele durar cuatro años, mientras que los segundos han superado ya esta etapa y buscan ampliar su formación científica. Los sueldos oscilan entre los 16.500 euros brutos al año de los predoctorales y los 30.000 euros de los posdoctorales. Respecto a estas retribuciones económicas, el vicerrector de Investigación, José Miguel García, asegura que «no se trata de si es mucho o poco», sino que «lo peor es que no tengan perspectiva de futuro».

García insiste en que «todo depende de las oportunidades que les esté dando el sistema», que reconoce que «son ciertamente pocas». Hay investigadores que cuando finalizan su etapa en la Universidad encuentran una salida en la empresa privada, lo que  resulta «estupendo si además es del entorno por cuanto aportan al tejido productivo y se cumple una de las funciones de la institución, que es la de formar y no la de acumular». Otros deciden irse al extranjero, una opción que para el responsable académico es positiva siempre y cuando luego puedan regresar. Finalmente, está la vía de la carrera docente en los estudios superiores, para lo que deben pasar todos los procesos de acreditación establecidos por las agencias de calidad.

Pensando en este último colectivo, el vicerrector explica que el reglamento de la UBU favorece que los investigadores a tiempo completo impartan alguna hora de docencia, requisito indispensable para avanzar en ese área. «Se aprende ejerciendo y normalmente suelen estar de apoyo de un profesor», explica García, al tiempo que también hace referencia a otro programa que permite la realización de estancias en el extranjero para quienes están desarrollando su tesis. En este sentido, precisa que es necesario pasar al menos cuatro meses fuera de España para poder lograr la mención internacional de este trabajo, además de que parte del mismo esté escrito en otro idioma.

En líneas generales, los 256 investigadores de la UBU, de los cuales 15 son extranjeros, representan una cifra «muy razonable» para un campus como el de Burgos. «Estamos ya en niveles muy elevados y hay que ponerlos en el contexto de lo que suponen para la ciudad y para su desarrollo», subraya. No obstante, hace hincapié en la necesidad de «modernizar su sistema de contratación» para que resulte más ágil, dotándole de nuevas figuras  que sumar a las de hoy en día.

 

Vocación e incertidumbre

La palabra «incertidumbre» se repite varias veces a lo largo de la conversación entre Laura Rubio e Iván Gutiérrez. Cuando la pronuncian es para hablar del presente y del futuro, añadiendo a este último el adjetivo de «complicado». Los dos son investigadores de la UBU en distintas etapas y campos, pero coinciden en muchas respuestas.

Laura es la más veterana, a pesar de que tiene 32 años. Licenciada en Química, su primera beca de investigación le llegó durante la realización de un máster y fue tan «gratificante» que decidió seguir en este camino y hacer la tesis doctoral, especializándose en química analítica. Cuando la terminó, consiguió un contrato posdoctoral a cargo de un proyecto financiado por el Gobierno central. Fue en 2016 y «no sé cuánto durará». Iván, de 28 años, está terminando su tesis. Estudió Física en Salamanca al tiempo que hacía Matemáticas en la UNED, cursando después sendos másteres en ambas materias. Está en la Universidad desde 2015 con una beca de la Junta y ya busca posibles salidas para cuando termine y presente su trabajo.

Pensar en el futuro resulta complicado para estos dos investigadores. «Depende de la financiación que haya», afirma Laura, al tiempo que también se detiene en la «competencia» existente. Le encantaría seguir en el laboratorio pero es consciente de las dificultades y puede que su opción pase por dar el salto a la empresa privada. Iván por su parte mira hacia el extranjero, donde cree que las posibilidades son mayores que en España.

A la hora de hablar de si la labor científica está bien remunerada, el joven físico y matemático es tajante: «No, está peor pagada que en la empresa privada y los salarios son muy bajos en comparación con otros países europeos». A ello añade la «inseguridad» de los contratos temporales y de los periodos de paro hasta que llega uno nuevo. En el mismo sentido se expresa Laura, quien al tener un posdoctoral admite que «según escalas posiciones el sueldo es mayor» pero puede que no se mantenga en el tiempo.

Los dos comparten su visión vocacional de la investigación porque «para tener resultados y proyectos tienes que tener una dedicación completa», al igual que la opinión de que los fondos que se destinan son escasos, algo que achacan a que «en España no se entiende que es esencial para la sociedad» y tampoco se considera un sector «clave» para la economía.