Una guía para el adiós más doloroso

Ó.C.
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Profesionales del Hospital Santiago Apóstol de Miranda crean un protocolo para atender y acompañar a las pacientes que han sufrido la muerte de su bebé durante la gestación o en el parto

Imagen de siete de las profesionales que han elaborado el documento en el jardín del recuerdo. - Foto: Jesús J. Matí­as

El Hospital Santiago Apóstol se ha hecho un poco más humano. La mejora no ha llegado en forma de inversión, sino que ha sido posible gracias al esfuerzo de una veintena de profesionales, que han elaborado una guía de atención y acompañamiento para las mujeres que han perdido a un bebé durante su gestación o nada más nacer. Gloria Sabando, María Gutiérrez, Álvaro García, Carolina Vadillo, Ana Lozano, Noemí López y Andrea Ruiz son algunas de las personas que han buscado herramientas para ayudar en el duelo, aunque también han contado con la colaboración y participación de familias que han pasado por esta situación.

«Nos dimos cuenta de que necesitábamos una guía para estos casos», afirma Gloria que trabaja en la planta Maternidad junto a María, quien reconoce que «andábamos un poco pobres tanto en recursos materiales como emocionales, aunque gracias a Dios, no tenemos muchos casos». Los siete coinciden en la necesidad de gestionar el dolor y para que los padres -en especial la madre- crucen esa meta, los sanitarios representan un respaldo importante en el que buscan respuestas, seguridad o consuelo «y en esta guía se recoge todo esto», aclara María, que indica que «es importante que nosotras transmitamos seguridad».

El protocolo cubre muchos aspectos de la atención de las mujeres desde que están hospitalizadas. Álvaro, que también trabaja en Maternidad, confiesa que «nos dimos cuenta de que deberíamos sacar a esas madres de esa planta», para evitar que escuchen el llanto de los bebés recién nacidos y crezca su dolor, «porque se juntaría la felicidad y la tristeza», añade María. Pero trasladarlas a otro lugar no soluciona de golpe el problema, por lo que también han formado a profesionales de otros servicios para que sepan cómo actuar.

En las puertas de las habitaciones, colocarán una mariposa morada «un símbolo internacional», matiza Carolina Vadillo, que es una de las matronas que ha colaborado. Ana Lozano pertenece a una de esas plantas en la que acogen a las mujeres tras perder a su bebé, «y en principio las recibimos como cualquier paciente, pero luego hay que sumar un tacto especial y por eso colocamos la mariposa». 

Saber a qué se enfrenta el personal, no solo el sanitario, «es muy importante y por eso todo el mundo tiene que saber la situación», agrega Lozano. Un traspiés puede surgir por cualquier comentario, por lo que hay que evitar expresiones como «no te preocupes que a la siguiente saldrá bien, eres joven, ya tienes otro hijo...», enumeran, y sobre todo « a veces el silencio es la mejor herramienta», aclara María.

Otro aspectos importantes tiene que ver con la atención psicológica que todavía está por desarrollar dentro de la sanidad pública. Psiquiatría también ha participado en la creación de la guía «y si la vemos mal sí que las derivamos», comenta María, «aunque en este tema todavía hay un estigma muy fuerte», lamenta Álvaro.

La preparación para los padres no solo llega después de la pérdida, ya que hay casos en los que cuando acuden al hospital ya saben lo que va a ocurrir. «Lo suyo es ir preparándoles para lo que va a pasar», confiesa Andrea, otra de las matronas que han participado. Como ejemplo para esa información previa, explica que cuando tienen que parir al niño ya fallecido, la recomendación marca hacer piel con piel, «aunque la reacción a veces es que no, pero por eso hay que hablar antes para que lo comprendan». Aún así, hay casos en los que «no están preparadas», y por eso cuando no ha visto nadie al bebé y se puede, se les hace una foto para dejar en la historia clínica y que luego puedan verlo si lo desean, porque además «luego hay respuestas patológicas en las que la madre pueda pensar que le robaron el niño», asevera Vadillo.

jardín del recuerdo. Al margen de cómo actuar, los profesionales dentro de la guía buscaron un lugar en el que las parejas pudieran recordar a sus hijos, y por eso habilitaron en el cementerio de Altamira, en Bardauri, un espacio para los bebés fallecidos. En él ya hay algunas de las piedras marcadas con nombres de los niños que duermen en los recuerdos, como reza la placa conmemorativa. «Los padres buscan un sitio para hacer real a su hijo», define Noemí de Maternidad y Vadillo confiesa que «a mí me han llamado o han contactado madres conmigo para darme las gracias».

El espacio lo crearon para pérdidas en cualquier momento del embarazo, porque todos pueden ser igual de dolorosas, «ya que hay gente que en el momento de quedarse embarazada ya le pone nombre y es tu hijo», asevera Noemí, «porque da igual las semanas que tienen porque sabes que ahí tienes una vida».

Para cerrar el duelo, además de la creación del jardín, en la guía marcan como crear la caja de recuerdos. En ella introducen cosas materiales como una poesía, ecografías, una tarjeta con el nombre y la huella plantar o la pinza del cordón, «y luego pueden enterrarlo, quemarlo o guardarlo, hacer el ritual de despedida que ellos quieran», recalca Vadillo.