La amenaza constante

Agencias-SPC
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Los grupos yihadistas tratan de hacerse con armas químicas y nucleares para intensificar su ofensiva, por lo que los expertos llaman a ser imaginativos para evitar posibles ataques

Los extremistas podrían ser capaces de crear agentes biológicos y patógenos para utilizarlos en sus atentados.

Aunque los grupos yihadistas no eran una novedad en 2001 y llevaban décadas operando en todo el mundo, los atentados del 11-S supusieron un antes y un después en la lucha antiterrorista. La virulencia del ataque y lo inusitado del método empleado para llevarlo a cabo hicieron que Estados Unidos, y con ellos todos los demás países, se replantearan cómo combatir a estas organizaciones.

Veinte años después de aquella ofensiva, el planeta vuelve a temer un nuevo punto de inflexión tras la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán, que podría dar un respiro a Al Qaeda, sitiada durante estas dos décadas por las tropas norteamericanas y que, según los expertos, aprovechará para recomponerse, con el riesgo de que la nación afgana, ahora en manos de los talibanes, vuelva a convertirse en un santuario de los extremistas.

El gran éxito de la guerra antiterrorista ha sido el que no se hayan vuelto a repetir ataques de esa envergadura ni en Estados Unidos ni en ningún otro país occidental, si bien han sido numerosas las masacres registradas desde entonces, incluidos los ataques del 11-M de 2003 en Madrid o los del 13-N de 2015 en París, con más de un centenar de víctimas mortales.

Pero pese a la ingente cantidad de atentados evitados y los severos golpes infligidos tanto a Al Qaeda primero, con la muerte de Osama bin Laden en 2011, como al Estado Islámico (EI) después, con la supresión de su autoproclamado califato y la muerte de su líder, Abú Bakr al Baghdadi, en octubre de 2019, su amenaza, y sobre todo, su ideología, no han desaparecido.

La gran preocupación actual es que estos grupos tengan acceso a armas de destrucción masiva o que puedan llevar a cabo ataques biológicos. Las redes terroristas, resalta Colin P. Clarke, experto del Soufan Center, ya han mostrado en el pasado interés en hacerse con armas químicas, radiológicas y nucleares y en el contexto actual cabe esperar que lo intenten «con más celo».

En su opinión, la adquisición de bombas nucleares parece actualmente «fuera del alcance» de estos grupos, al tiempo que la amenaza de bioterrorismo se ha incrementado por la «miniaturización, proliferación y manipulación genética, lo cual disminuye la probabilidad de detección» y aumenta por tanto las probabilidades de ataque.

«Los avances en biotecnología, junto con las tecnologías que son más accesibles y disponibles, han incrementado las probabilidades de que actores malignos sean capaces de crear agentes biológicos y patógenos que podrían usarse en un ataque», previene, recordando la tradicional disposición de los terroristas a incluir las últimas tecnologías en su repertorio, como lo prueba actualmente el interés de grupos como el EI, Hezbola o Hamas de usar drones armados.

 

Enemigo más sofisticado

En opinión del general retirado Joseph L. Votel, antiguo comandante del Mando Central estadounidense y responsable de la coalición contra el Estado Islámico, en el futuro cabe esperar «un enemigo más sofisticado que va a aplicar una variedad de enfoques y estrategias, no solo artefactos explosivos improvisados y ataques físicos, para perturbar nuestro modo de vida y nuestros intereses».

Para poder hacerle frente, hace falta también ser imaginativos a la hora de afrontar este desafío terrorista, no solo las últimas tecnologías, compartir información o forjar alianzas. «Nuestra imaginación está siempre muy limitada», lamenta Alí Soufan, exagente del FBI y experto en Al Qaeda. «Tras el 11-S, era corriente escuchar a los analistas decir que simplemente no podían imaginarse que alguien hiciera estrellar un avión contra un edificio», recuerda, defendiendo la necesidad de «aprender las lecciones del pasado».

También advierte del riesgo que podría suponer «una falta de imaginación sobre lo que podría ocurrir» y el tipo de atentado que los yihadistas podrían perpretrar Alex Younger, antiguo director del MI6 británico. Por ello, sostiene que hay que concebir que los yihadistas puedan llevar a cabo por ejemplo atentados biológicos para poder intentar evitarlos.

Por lo único por lo que hasta ahora no han mostrado interés «son los ciberataques», comenta Michael Morell, encargado de informar en nombre de la CIA a George W. Bush el 11-S y que fue subdirector de la agencia. «Creo que prefieren ver muertos que luces apagadas o falta de gasolina», añade, si bien reconoce que «algún día» podrían interesarse.

Por otra parte, también existe el riesgo de lo que Clarke califica de «fatiga antiterrorista». «Menos programas de cooperación en materia de seguridad con países socios en regiones volátiles y una presencia antiterrorista occidental menos robusta en estados frágiles ya está ofreciendo a los grupos yihadistas la oportunidad de regenerar sus redes, reclutar a nuevos miembros y controlar amplias franjas de territorio que podrían usarse para planear ataques terroristas fuera de sus fronteras».

Biden ha venido defendiendo que las verdaderas amenazas para EEUU y Occidente son actualmente Rusia y China. Morell reconoce que ambos países han construido «capacidades increíbles» en estos años mientras que Washington se ha quedado atrás. Pero, añade, «tendremos que averiguar como enfocarnos en China y Rusia sin olvidar cómo afrontar el terrorismo». En los próximos cinco o 10 años «tendremos que ver cómo caminar y mascar chicle al mismo tiempo», resume.