Su discreción hace que le cueste repasar sus éxitos académicos. Pero ahí están con solo 17 años. Lo mismo en el campo de las ciencias que de las letras, aunque haya elegido el primero para su futuro profesional porque desde pequeña se ha sentido más a gusto entre números y problemas. Dos ámbitos a los que suma la pasión por el deporte y otras inquietudes con origen en la biología y vinculadas al medio ambiente. El último de sus logros ha sido imponerse a una veintena de contrincantes en la fase local de la Olimpiada de Química, que la llevará directamente la nacional el próximo 30 de abril.
Era la primera competición de estas características en la que participaba esta alumna de segundo de Bachillerato del colegio Jesuitas, aunque las propuestas para hacerlo, en otras modalidades como Matemáticas, se habían sucedido. Pero este año cambió de opinión y decidió probar en una edición que se desarrolló de forma no presencial debido a la pandemia. Incluso también estaba animada participar en la de Biología, aunque finalmente no lo hizo por cuestión de fechas.
«Hasta ahora no se había dado el momento y en esta ocasión decidí participar por probar y porque no tenía exámenes», asegura Benlloch. Realizó la prueba el pasado 19 de febrero y valora especialmente la estructura de la misma porque estaba concebida para «aprender a pensar», dejando a un lado la parte memorística. «Para realizar los problemas había que entenderlos bien primero», explica, al tiempo que añade que fue cauta a la hora de responder las numerosas preguntas planteadas contestando solo las que tenía total seguridad de acertar, ya que los fallos penalizaban.
Y lo consiguió, aunque reconoce que no se lo esperaba. Le llovieron felicitaciones por parte de su familia, amigos y el colegio, sobre todo de su profesora de Química, Enma Muñoz, y de los compañeros, si bien a estos últimos tardó en comunicárselo porque «no soy muy orgullosa». Su centro, sin embargo, presume de estudiante y considera más que merecido el haber ganado la competición por todo su trabajo durante el curso.
El dibujo. Con una media de 10 en primero de Bachillerato, esta joven compagina sus estudios con aficiones como la escritura, habiendo ganado varios certámenes de microrrelatos, así como con el dibujo, lo que le ha llevado a que una de sus ilustraciones sea seleccionada para un libro del VIII Centenario de la Catedral. Pero ahí no queda su experiencia, ya que acudió con el colegio hasta en tres ocasiones al BGreen Ecologial Festival, que se celebra en Portugal. «Me marcó mucho porque conocí a jóvenes de todo el mundo», explica en referencia a un certamen en el que su equipo fue finalista en dos ocasiones y que consiste en la realización de vídeos para fomentar el cuidado del medio ambiente.
El deporte, y más concretamente el baloncesto, completa sus hobbys, a pesar de que este año lo ha aparcado por precaución. Pero espera retomarlo el que viene en Salamanca y esta opción tiene su explicación. Benlloch quiere estudiar Farmacia y sabe que allí podrá entrar en un equipo, además de otros motivos de peso que le han llevado a elegir este destino como la cercanía, la reputación de la facultad y el ambiente universitario.
Ilusionada con el futuro, se decanta por esta profesión, que le viene de familia materna, después de haber descartado Biomedicina. Sus razones pasan por que esta última se orienta mucho hacia la investigación, que en España no está precisamente muy potenciada, mientras que en el primer caso las alternativas son mayores y van más allá de regentar un despacho. «Te abre muchas puertas en hospitales o farmacéuticas, además de que también puedes optar por la investigación», explica convencida. Por ahora está centrada en el Bachillerato y la EBAU y ve aún muy lejos ese día 30 en que se celebrará la fase nacional de un certamen que organiza el Ministerio de Educación y la Sociedad Española de Química.