Riders, poco a repartir con la hostelería cerrada

R.E. MAESTRO
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Lejos de lo que imaginaban los empleados de las aplicaciones de comida a domicilio, trabajan menos desde que cerró la hostelería. Solo a partir de las diez 'salvan' el día

Los riders esperan sentados a que salga algún pedido. - Foto: Christian Castrillo

Las calles de la ciudad se vacían por completo cuando llegan las diez de la noche. Desde hace ya más de un mes el silencio se alza como protagonista de unas noches atípicas que transmiten una tranquilidad inquietante. Sin embargo, hay algunos trabajadores que siguen desempeñando sus labores a pleno rendimiento y cuya actividad se encuentra recogida entre las excepciones que se pueden continuar realizando. Hablamos en este caso de los repartidores a domicilio, que con sus bicis, motos o patinetes suman kilómetros para que la comida llegue de los establecimientos hasta los hogares lo más rápido posible. Pero lejos de que se pueda pensar que el cierre de la hostelería les ha beneficiado, tampoco están pasando por una época dorada ni mucho menos.

A pesar de que los riders son la única opción para poder seguir consumiendo los productos preferidos de los bares y restaurantes de siempre, salvo que se quiera acudir hasta el local a por el pedido, muchos negocios han bajado su persiana generando con ello que el número de sus encargos se vean afectados, disminuyendo de forma notable. El 24 de octubre arrancó el toque de queda, pero reconocen que esto les afecta algo menos que el cierre de los establecimientos puesto que han conseguido mantener e incluso aumentar su número de viajes cuando pasan las diez y a la gente no le queda más remedio que quedarse en casa.

«Todos pensábamos que íbamos a tener más trabajo, pero todo lo contrario», manifiesta Víctor Hernández, que lleva cuatro meses trabajando para Uber Eats. Antes en un solo día podía llegar a acumular 20 pedidos, y ahora como máximo logra alcanzar los 13. La mayoría de ellos los realiza cuando cae la noche.

Así lo expresa también Eric Morales, que lleva con Glovo desde que finalizó el confinamiento. Cree que «al menos» han conseguido que de las diez en adelante se mantenga el número de pedidos que había antes. Sin embargo, precisa que ahora trabajan un 20% menos. En la misma línea, Wilfred Van Bochove, de Deliveroo, afirma que la actual situación que atraviesa la ciudad no les ha beneficiado para nada. «Hay muchos menos clientes y la gente ya no pide tanto como antes», aunque también desarrolla  que ahora hay unos cuantos más riders trabajando los fines de semana, donde tradicionalmente se dispara la demanda.

Un día bueno, Eric calcula que puede llegar a hacer unos 80 kilómetros con su bici y cada quincena puede ganar cerca de 500 euros con este servicio. Sin embargo, ya avisa de que la gran exposición y lo poco protegidos que están (en caso de que les ocurra algo) son algunos inconvenientes. Más de siete euros no gana ninguno por viaje, aunque esa cantidad ya supone una excepción muy difícil de lograr. Todo depende de la distancia.

En cuanto a los encargos que ahora reciben, no han notado diferencias sustanciales, aunque sí les llama la atención que se esté pidiendo con mucha frecuencia alcohol, algo que anteriormente sucedía en contadas ocasiones.

Trabajan como autónomos, y como explica Víctor Hernández, todo depende de la aplicación con la que estén. En Uber simplemente hace falta conectarse, al igual que Deliveroo, mientras Glovo te da hora para que selecciones cuándo puedes trabajar. Sí coinciden todos los repartidores en que «tenemos que ir lo más rápido posible, para que el cliente esté satisfecho y para ganar más dinero».