A falta de una semana para que empiece el curso 2020-2021 en la Universidad todavía hay alumnos que siguen buscado alojamiento al haber dejado esta tarea para el último momento por la incertidumbre derivada del coronavirus. Esta situación les ha hecho decantarse mayoritariamente por las aproximadamente 700 plazas de la decena de residencias que hay en la ciudad, que desde hace meses han colgado el cartel de completo e, incluso, tienen lista de espera, frente a los pisos de estudiantes cuya oferta no está encontrando la demanda de otros años a pesar de ser más barata.
La razón de este vuelco obedece al temor a que una alerta sanitaria obligue a suspender las clases como ocurriera el curso pasado. La residencias no cobran las mensualidades en el caso de no prestar el servicio mientras que en los pisos es necesario seguir pagando al casero, salvo que medie un acuerdo. De ahí, que los universitarios estén esperando a ver cómo arranca el curso para optar a un alquiler compartido.
Muchos propietarios han colgado anuncios en los tablones de la distintas facultades de la UBU y reconocen que hasta hace unos días no han empezado a recibir llamadas. «Los estudiantes están confusos y esperan hasta el último minuto por si se suspenden las clases», asegura uno de ellos, que sí ha logrado alquilar su piso.
Por su parte, otro de esos propietarios no ha tenido tanta suerte. «Me han llamado y me han dicho que están interesados pero no contratan», lamentó.
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