El menudeo se reinventa

Sagrario Ortega (EFE)
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El confinamiento obligado por el estado de alarma hace que muchos 'camellos' traten de burlar los controles policiales para vender la droga a sus clientes de las formas más insospechadas

El menudeo se reinventa

Hacerse pasar por repartidor de comida a domicilio, alquilar una furgoneta, contratar un VTC o aprovechar la terraza de la casa o el paseo con el perro. El menudeo de la droga se reinventa para burlar el confinamiento por la COVID-19, pero no siempre le sale bien.

Un repaso a las actuaciones de las Fuerzas de Seguridad en este más de un mes de obligado confinamiento refleja un importante número de ciudadanos que portaban droga en cantidad superior a la permitida para consumo propio, como pudieron constatar los agentes cuando les interceptaron para preguntarles por qué estaban en la calle o circulando.

Y es que los camellos se están arriesgando más que los compradores a la hora de burlar el estado de alarma. Son ellos los que se buscan la vida para encontrar la forma de hacerle llegar a su cliente la ansiada  mercancía.

Como han informado los distintos Cuerpos de Seguridad, las excusas que han puesto los portadores de sustancias estupefacientes para justificar su presencia en la calle o en el coche son muchas y variadas, desde ir a llevar comida a sus abuelos, visitar a su novia porque la echaba mucho de menos o comprar medicamentos, hasta repartir sustrato para plantas. Explicaciones que no convencieron a los agentes.

Quizás en una situación normal, muchos de estos casos no se hubieran detectado, pero el control policial en las calles para velar por el cumplimiento de las restricciones a la movilidad ha dejado más de un día a muchos consumidores sin su preciada dosis.

 

A domicilio

A primeros de este mes, agentes de la Policía Nacional detuvieron en Valencia y Alicante a tres jóvenes que simulaban ser repartidores de comida para entregar cocaína y marihuana a domicilio. Llevaban maletas idénticas a las utilizadas por las empresas, donde escondían la droga.

Este mismo Cuerpo arrestó el pasado 16 de abril en la localidad madrileña de Leganés a otro falso repartidor de comida. Hablaba con el móvil mientras conducía y por eso fue interceptado. Su nerviosismo le delató y los agentes descubrieron que no era precisamente comida lo que llevaba, sino cocaína.

Junto al de utilizar empresas de reparto de alimentos, el de entregar productos farmacéuticos para enviar droga a domicilio es otro de los métodos que están empleando los pequeños narcos.

Lo pudo comprobar también este mes la Policía Municipal de Madrid, que interceptó dos envíos en el distrito de Centro gracias a la colaboración de los repartidores.

Uno de estos trabajadores observó que el paquete que transportaba no coincidía con la especificación del envío, lo abrió y descubrió un envase de cacao con droga sintética. Otro llevaba una caja de omeprazol con metanfetamina.

También este mes, un hombre de Badalona (Barcelona) contrató el servicio de la empresa de mensajería Glovo para enviar 20 gramos de cocaína desde esa localidad hasta un domicilio de Hospitalet de Llobregat. Horas después, fue detenido por la Guardia Urbana.

Vestido con ropa profesional y a bordo de una motocicleta, otro falso repartidor de comida entregó en Barberà del Vallès (Barcelona) a una mujer en el portal un paquete de tabaco a cambio de 60 euros. No era especulación sino cocaína.

Con comodidad quería repartir droga un hombre de 35 años, que contrató en Madrid el servicio de vehículos de transporte con conductor (VTC) para ir distribuyendo marihuana a sus clientes del barrio de Fuencarral, como él mismo reconoció.

Más incómodo, porque tenía que conducir, estaba repartiendo marihuana un hombre en el distrito madrileño de Puente de Vallecas. Había alquilado una furgoneta para ello e intentó despistar a los agentes diciéndoles que venía de repartir sustrato para plantas. No coló.

Vender droga sin moverse de casa. Esa era la pretensión de un joven de 22 años de Guadalix (Granada) que había montado su punto de venta en la terraza de su propio edificio. Pero una pelea con su hermano, de la que alertaron los vecinos, le descubrió. La Guardia Civil y la Policía Local le detuvieron. Ya tenía antecedentes en este tinglado de la droga.

dentro de autobuses. En Cantabria, por su parte, un menor de 15 años quería hacer su particular agosto en plena pandemia en los autobuses de Pedreña, donde intentaba colocar marihuana.

Los aparcamientos comunitarios no son el mejor sitio, aunque muchos piensen lo contrario, para llevar a cabo las transacciones de droga. En uno de Cambrils (Tarragona) pillaron los Mossos d’Esquadra a un hombre que vendía marihuana y que estaba con otras dos personas que habían roto el confinamiento.

Precisamente, en la parte trasera de un aparcamiento de la localidad alicantina de Novelda localizó la Guardia Civil a dos hombres que estaban traficando con medio kilo de marihuana. Ya en el registro de la casa, los agentes se incautaron de 558 plantas de cannabis sativa y ocho kilogramos de cogollos de marihuana, que habrían alcanzado en el mercado un valor de 300.000 euros.

 

En pañales

Ocultar la droga en los pañales del bebé no fue buena idea para una pareja de Pozoblanco (Córdoba), un hombre de 20 años y una mujer de 18. Se habían saltado el confinamiento y viajaban junto con el bebé en un vehículo que fue interceptado por la Guardia Civil. Dijeron a los agentes que habían salido para comprar medicamentos en una farmacia y aportaron un certificado de un centro médico, pero, finalmente, la muchacha admitió que ocultaban droga en el interior del pañal.

No se ha podido constatar si un hombre de 34 años del popular barrio de La Calzada de Gijón llevaba droga escondida en la mascarilla o no, pero haber presumido de ello en las redes sociales le puede costar una sanción. En un vídeo, se jactaba de que, pese a que le había parado la Policía cuando iba en coche, los agentes no se habían dado cuenta de que llevaba droga en la mascarilla, un lugar que aconsejaba como mejor método de ocultación. Como suele suceder, el exhibicionismo y la vanidad se pagan caros. 

Métodos puede haber muchos, excusas, también. Pero no parece que el confinamiento sea un buen momento para trapichear.