1983. El gran bloque conservador

Á.M.
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El PSOE ganó las primeras elecciones regionales y logró mayoría absoluta en Miranda, pero en la capital fueaplastante la victoria de la sopa de letras de la derecha frente al PSOE de Aurelio Rubio, que cosechó nueve ediles

Imagen de la segunda Corporación, en la que la mujer seguía siendo una excepción. Sólo Carmela Azcona y María Luisa de Miguel fueron concejalas. - Foto: Fede

La unión hizo la fuerza. Tanta, que no se ha repetido jamás un grupo municipal con nada menos que 18 ediles, exactamente dos por cada uno que logró el PSOE, en cuyas filas se curtieron dos señores que hoy son secretarios de Estado en ejercicio. Octavio Granado tenía 24 años y Ángel Olivares, 28. No abundaba la juventud en aquel salón de plenos, como tampoco lo hacían las mujeres, cuya presencia continuaba siendo llamativamente testimonial. Sólo dos obtuvieron su acta. Una fue Carmen Azcona (por la alianza conservadora) y otra María Luisa de Miguel (por el PSOE). Esta sería la legislatura con menos mujeres elegidas en urnas desde la Transición. Y constituiría uno de los primeros grandes ejemplos de la España del bipartidismo, algo hoy impensable.

La papeleta presidida por José María Peña aunaba las candidaturas de Alianza Popular, el Partido Demócrata Popular y la Unión Liberal (era una acuerdo nacional). Recibió casi el 60% de todos los votos válidos, un techo inalcanzable hasta la fecha. El PSOE logró nueve escaños y algo más del 30% de los votos, porcentaje que, unido a una baja participación, podría suponer un paso de gigante hacia la Alcaldía de 2019. Pero aquello era 1983 y las cosas eran muy diferentes. Las dos España seguían vivas y recelosas. Burgos todavía no confiaba en la izquierda que representaban los comunistas, que a pesar de ser la tercera fuerza más votada apenas pasaron de los 2.200 sufragios, y se quedaron fuera de la Corporación tras haber tenido dos concejales.

La capital, entonces sí, era una ciudad claramente conservadora (de ‘derechas’, conforme al mantra), circunstancia que no se daba en, por ejemplo, Miranda, donde Julián Simón Romanillos lograba la mayoría absoluta para los socialistas. Es más, en los comicios regionales también ganó el PSOE, que obtuvo la mitad de los procuradores (42), por 39 de la unión AP-PDP-UL, dos del CDS y uno del PDL. La crónica de aquel largo recuento de dos días alude a la alta participación registrada con la siguiente frase: «Acudieron a votar hombre y mujeres, jóvenes y ancianos; religiosos y monjas de clausura, e incluso personas enfermas a las que su estado se lo permitió». Peña era consciente del aplastante triunfo y subrayaba que «lo ocurrido es para no olvidarlo», mientras que Aurelio Rubio, candidato socialista y por tanto líder de la único oposición posible, pedía al gobierno de España que tratara «a todos por igual», en relación a las tensiones que inevitablemente habría entre un conservador sin complejos como Peña y un Ejecutivo nacional como el de Felipe González.

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LUCHA IDEOLÓGICA

La campaña de 1983, al igual que sucedió en la primera experiencia del 79, se pareció poco o nada a lo que conocemos en el Burgos contemporáneo. La Transición estaba todavía cuajando y el ‘frentismo’ permanecía latente, por lo que los mensajes no se centraron tanto en hacer este polideportivo aquí o ese parque allá como en tratar de sembrar la duda sobre la honestidad democrática del rival. La izquierda presentaba a Peña como un autócrata poco adecuado para el diálogo interno y externo (apunten que las del 83 fueron las primeras elecciones regionales, que Castilla y León ya era un hecho y que el alcalde de Burgos era muy belicoso con la autonomía). El regidor, por su parte, le preguntaba directamente a los vecinos (a través de imponentes campañas en la prensa) si querían «un gobierno de inspiración marxista».

Las inversiones municipales se habían concentrado (y seguirían haciéndolo) en dotar a los barrios de la ciudad de las infraestructuras más elementales. La construcción de aceras, la extensión de toda la red de aguas -pionera en España- hasta el último rincón de la ciudad o la iluminación urbana eran causa de grandes desembolsos.

En esa campaña hay que buscar otro precedente importante: la proactividad política de Gamonal y Capiscol, que bajo la plataforma ‘Todos Unidos’, liderada por Julián Camarero (antes en Izquierda Comunista), se presentó a las elecciones. Si bien apenas logró cosechar 1.500 votos, fue un precedente serio del movimiento vecinal. Eso es, a brocha gorda, lo que pasaba en los días en los que el Athletic de Bilbao ganaba la Liga y el estreno de la semana era Fama.