«Aprendimos a afrontar y digerir escenas muy duras»

F.L.D.
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ENTREVISTA| Tras muchos años en el Regimiento de Artillería y varias misiones internacionales, a Luis Martínez Mejide, Teniente General de la UME, le ha tocado dirigir la punta de lanza de la operación más importante en suelo español

Teniente General Luis Martínez Mejide. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Apenas cinco meses después de ponerse al frente de la Unidad Militar de Emergencias (UME), al teniente general Luis Martínez Mejide le tocó afrontar la que probablemente es la misión de las Fuerzas Armadas en suelo español más importante de nuestra historia. Este coruñés de 60 años participó ayer en las Jornadas de Derecho, Política y Defensa organizadas por la Universidad de Burgos. 

Hace unos días se cumplieron 15 años de la creación de la UME. ¿La lucha contra la covid-19 ha sido la más importante que han librado?
Sin duda. A lo largo de nuestra historia hemos vivido momentos cruciales, como el terremoto de Lorca. Pero aquel desastre afectó a una zona muy concreta del país. Este es un problema de nivel mundial que está afectando a toda la población española. No solamente es  la misión más difícil de la UME, sino de todas las Fuerzas Armadas.  

¿Alguna vez pensó que viviría algo así en su propio país?
Da la casualidad de que asumí el timón de la UMEunos meses antes. Acababa de hacer una transición con mi antecesor en el cargo y en ningún momento se me pasó por la cabeza que algo de este calado nos pudiera afectar. 

¿Estaba preparada la UME para un despliegue de este calibre y ser la avanzadilla contra el virus?
Aunque no era una misión muy clara, a la que nos tuvimos en cierta manera que adaptar, demostramos que tenemos unas capacidades que fueron decisivas. Contamos con un regimiento de capacidades especiales, pensado para asumir riesgos tecnológicos y medioambientales, como puede ser una explosión en una planta de residuos. Gracias a ello teníamos equipos de protección, mascarillas o un laboratorio de identificación rápida. Medios que nos permitieron empezar a desinfectar lugares sobre la base de unas condiciones de seguridad. Además en un momento en el que había un desabastecimiento generalizado 

¿Y no les afectó esa falta de materiales como a los servicios sanitarios?
En ese primer momento no porque teníamos la reserva. Cuando el Gobierno tomó como misión la compra de esos medios era porque el desabastecimiento era más global. Pero incluso aquí la contribución de las Fuerzas Armadas fue clave porque fueron los aviones A400 los que volaban hasta Pekín para que a España llegaran los equipos lo antes posible. 

Burgos fue una de las primeras capitales en las que intervinieron. ¿Fue porque era una provincia muy afectada o el despliegue tenía un sentido más estratégico?
La orden que recibimos tras declararse el estado de alarma fue la de hacer una campaña de reconocimiento para valorar a qué nos enfrentábamos y qué superficies teníamos que desinfectar. Nos apoyamos en las bases de la UME y con la presencia del Batallón V en León se amplió la actuación a las ciudades más importantes de esta Comunidad. 

Para asegurar esta gran cobertura, la UME creó una segunda unidad paralela que daría relevo en caso de que los que estaban en primera línea cayeran enfermos. ¿Fue necesario tirar de estos otros efectivos?
Somos 3.300 personas y poníamos diariamente en la calle a 1.500. Había que hacer mantenimiento, descansar y preparar nuevamente los equipos. Los puestos de decisión teníamos claro que nuestra misión era no enfermar porque, si lo hacíamos, no íbamos a poder prestar servicio. De ahí que elaboráramos un plan de contingencia que llamamos ‘Coraza’, en el que se adoptaron medidas de aislamiento y teletrabajo. En todo momento garantizamos la continuidad del servicio. Además, permitimos al resto de las Fuerzas Armadas ganar tiempo para que aprendieran a desinfectar y finalizasen el despliegue. 

¿Cuántos militares de su unidad se contagiaron?
En la primera ola dieron positivo unos 200 efectivos. Todos ellos se recuperaron, por lo que considero que son cifras muy razonables. Fue clave trabajar en burbujas de muy pocas personas. 

En esos primeros días tuvieron que trasladar a personas fallecidas a la morgue del Palacio de Hielo. ¿Cómo afrontaron aquellos duros momentos?
Una de las primeras misiones fue la de desinfectar centros residenciales y muchos de ellos no estaban preparados para una pandemia de este tipo. Nuestros soldados se encontraron situaciones impactantes para las que no estaban formados. A veces llamaban a las funerarias para que se llevara a algún cadáver y estaban tan colapsadas que no aparecían.  Fueron episodios muy duros. Los efectivos se encargaban de acompañar a los muertos hasta el depósito y, como sus familiares no habían podido despedirse, tenían que rezarles ellos. 

Para esos momentos de derrumbe, ¿necesitaron apoyo psicológico?
Hemos recibido una preparación especial. Tenemos un equipo de psicólogos importante en la UME, pero el Ministerio de Defensa nos proporcionó profesionales que nos acompañaban a las misiones. Tuvimos que hacer una preparación previa, pero también durante y después de las situaciones tan duras que vivíamos para aprender a digerir esas sensaciones. Aguantabas un día, pero uno tras otro era muy difícil. Existía la idea de que podíamos hacer más si tuviéramos más medios, personal y tiempo. 

La UME siempre ha tenido el cariño de la sociedad pero, ¿han sentido más apoyo si cabe estos meses?
No solo la UME, sino todas las Fuerzas Armadas. Nosotros estamos para ser eficaces en situaciones así e inspirar confianza. Si hemos viajado a miles de kilómetros para llevar a cabo misiones, debíamos hacer lo mismo aquí. No podíamos fallar a los nuestros. La gente vio nuestro espíritu y la vocación de servicio y nos lo han reconocido. 

¿También en comunidades como Cataluña y País Vasco, donde algunos políticos incluso declinaron su ayuda?
Hemos percibido la realidad de la calle, que no tiene nada que ver con la que aparece en los medios. La gente que necesitaba que se le montara un hospital lo ha pedido y lo ha agradecido públicamente. 

¿Qué han aprendido en los últimos meses a nivel de actuación? ¿Lo incluirán en la formación a partir de ahora?
Cada día seguimos adaptándonos a la realidad. Ahora estamos muy involucrados en la labor de rastreo, pues cada comunidad que nos ha solicitado ayuda tiene su propia realidad y sus protocolos. Hemos vuelto a ser una punta de lanza en esta intervención con 200 efectivos y ahora el ejército proporciona 1.800.

Tal y como se están desarrollando los acontecimientos en las últimas semanas, ¿prevé algún nuevo despliegue de la UME en las calles? ¿Se contempla al menos ese escenario?
No puedo aventurar lo que va a ocurrir en estos meses. Todo apunta a que si se aplican las medidas contempladas para esta segunda ola se podrá controlar el brote en un futuro próximo. La prueba es que las ciudades en las que hay unas restricciones de movimiento y de aforo responden. Quizás el problema es que después del estado de alarma pensamos que las cosas iban a ser más sencillas de lo que han sido. Obviamente, los militares tenemos dos líneas de actuación, la hipótesis más probable y la más peligrosa. Y estamos preparados.