Pequeñas mesas de cámping en medio de la acera, maleteros abiertos, neveras portátiles en el suelo y decenas de personas alrededor de ellas con una cerveza en la mano. Las canchas deportivas de la plaza María Pacheco se llenan de gente las tardes de los fines de semana para jugar al voley, al fútbol sala o, simplemente, para ver cómo otros lo hacen. A medida que el sol cae, todo el mundo se apelotona e, incluso algunos, se olvidan de la importancia de la mascarilla. Los vecinos de la zona se quejan de que estas jornadas terminan en botellones hasta bien entrada la noche. De hecho, la Policía Local ha tenido que acudir allí en numerosas ocasiones y ha levantado varias actas de denuncia.

Todo empieza a partir de las seis de la tarde con un inocente rey de la pista: dos equipos juegan en la pista y el que pierde da la vez a otro conjunto. Alrededor de la cancha se arremolinan los jugadores sin guardar la separación pertinente, algunos incluso con el tapabocas debajo de la barbilla. Poco a poco, a la zona van llegando más personas, muchos ni siquiera para practicar voley, sino simplemente para beber una cerveza. «Tienen cerca el Alcampo y cada poco tiempo van a comprar», describe un vecino de la plaza María Pacheco. Pero lo cierto es que al párking que hay junto al centro comercial llegan decenas de coches con cargamentos de bebida y también neveras.

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