Esther Reyes: "La sanidad no es un negocio"

A.G.
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ENTREVISTA | La presidenta del Colegio de Enfermería de Burgos aboga porque después de la pandemia se proteja con más intensidad el sistema público sanitario

Esther Reyes, presidenta del Colegio de Enfermería - Foto: Jesús J. Matías

En el Colegio Oficial de Enfermería de Burgos se está siguiendo muy de cerca la evolución de la pandemia de la COVID-19, en la que sus profesionales, incluidos varios miembros de su junta directiva, están en primera línea, en muchos casos muy desprotegidas. Por eso la entidad ha puesto en marcha distintas medidas como la reivindicación ante la Administración de la debida protección, incluso a través del juzgado, o la habilitación de un servicio de atención psicológica que ayude a superar a las enfermeras esta situación tan estresante. Su presidenta, Esther Reyes, destaca que a pesar de lo duro que está siendo las enfermeras están dando "más del doscientos por cien en su trabajo".

¿Cómo está viviendo que la pandemia haya llegado en este año tan  importante para su profesión, ya que la OMS lo había declarado Año Internacional de la Enfermera y la Matrona?
Pues por un lado con una cierta pena porque se han suspendido todas las actividades que había previstas para la puesta en valor del colectivo, aunque se está analizando prorrogarlo en 2021, pero, por otro, con mucho orgullo porque en una situación tan dramática como la que estamos viviendo toda la población está viendo que el trabajo que están haciendo las enfermeras está siendo impecable. Se trata de una auténtica desgracia pero que ha puesto en evidencia cuál es el papel de la profesión en todos los sistemas sanitarios del mundo y en España de una forma especial.

En términos generales, ¿cómo calificaría la labor que está haciendo sus compañeras?
Impecable. Han demostrado una vez más que son capaces de dar el doscientos por cien en su puesto de trabajo, en el  hospital, en Atención Primaria, en las residencias de ancianos - un foco tan importante de coronavirus, como se sabe - y en general, en todos los centros donde están presentes tanto del ámbito público como del privado. Es cierto que quizás las que mayor presencia pública suelen tener y cuyo trabajo es más conocido son aquellas que lo desempeñan en Sacyl pero hay muchas enfermeras en la provincia de Burgos que trabajan en otros ámbitos y cuya labor también es indispensable. Estoy pensando, por ejemplo, en las que están en las empresas, que están teniendo un papel fundamental en el cuidado y la atención a los trabajadores y en muchos casos son las primeras que les reciben cuando están presentando en estos días problemas de salud.

Los últimos datos de la Consejería de Sanidad son que en Burgos 64 enfermeras han dado positivo, 41 de las cuales están en aislamiento. ¿Cree que son exhaustivos, es decir, que dan una buena fotografía de la realidad de la profesión cuando ya se ha cumplido más de un mes del estado de alarma?
Creo que no porque solo recoge el número de entre aquellos profesionales que se han hecho el test porque tenían síntomas. Ahora es necesario hacer el test o la PCR de forma masiva para determinar quiénes son positivos porque estamos convencidas de que muchas profesionales son positivas asintomáticas. El Consejo General de Enfermería ha puesto en marcha una macroencuesta que ha llamado ‘Impacto de la COVID-19 en la profesión enfermera’ y los primeros datos que ha adelantado indican que podría haber hasta 70.000 enfermeras en todo el país con síntomas compatibles con la enfermedad.

¿Este dato se podría extrapolar a Burgos?
No me atrevo a decirlo por lo que comentaba antes, porque no se han hecho test suficientes a los profesionales. Pero lo cierto es que hay muchísimas enfermeras expuestas en sus centros de trabajo porque están en contacto directo con pacientes positivos. 

El último número oficial de test hechos a las enfermeras es de 228.
Es que es un porcentaje ínfimo de las profesionales que están desempeñando su trabajo. Somos 2.600 colegiados, con lo que esta cifra no llegaría ni al diez por ciento. Este dato no me sirve.

¿A estas alturas diría que las enfermeras burgalesas están bien protegidas en su trabajo?
Las primeras semanas fueron muy duras, apenas había equipos de protección, la Administración, tanto la regional como la central, tardó muchísimo en reaccionar y las denuncias públicas que hicimos provocaron que se pusieran en marcha iniciativas privadas y la solidaridad de mucha gente que se puso a fabricar equipos en empresas y en domicilios particulares, lo que alivió un poco la situación. Ahora, con el material que ha llegado las cosas ha mejorado un poco pero también está ocurriendo en muchos casos que se están reutilizando equipos, con lo que disminuye la seguridad. Te puedo decir, por ejemplo, que en Emergencias están reutilizando buzos cuando tendrían que ser desechables, algo que me resulta muy doloroso. También hay que comentar que los equipos que está haciendo la gente de forma voluntaria, con la mejor intención y que agradecemos muchísimo en muchos casos no son suficientes porque no están homologados. 

¿De qué manera está influyendo en su labor  esta falta de seguridad que han vivido las enfermeras y que en muchas partes es aún francamente mejorable?
Las condiciones están siendo muy difíciles pero lo están supliendo con una magnífica profesionalidad porque aún sabiendo que ellas pueden contagiarse están poniendo por delante la atención al paciente.

¿Se han sentido discriminadas en algún momento de la crisis con respecto al personal médico?
Al principio, durante las primeras semanas, sí que hubo bastante desorganización con respecto al reparto de los equipos de protección y tuvimos quejas en este sentido pero luego, poco a poco, se ha ido solventando y creo que ahora, más o menos, hay un equilibrio.

En otras provincias ha habido iniciativas por parte de sindicatos y de colegios profesionales en el sentido de denunciar a la Administración ante los juzgados por falta de equipos de protección integral. ¿Ustedes van a hacerlo?
Ya lo hemos hecho, la denuncia ya está en el juzgado de lo social y esperamos que prospere, que el juez sea sensible y tenga en cuenta que las enfermeras han trabajado y trabajan con una inseguridad importante. 

En algunos casos el propio juez les ha dicho que no se habían repartido equipos de protección porque no les había no porque no se quisieran entregar…
Sí, pero en otros se ha fallado en el sentido de que tenemos derecho, según la ley de prevención de riesgos laborales, a trabajar con la debida protección y esto es un problema de gestión de la Administración.

¿Y en estos casos las sentencias favorables a los colegios o sindicatos han acelerado la entrega de los equipos de protección?
No, pero se ha puesto en evidencia la falta de una gestión adecuada por parte de las administraciones porque en este asunto tanta culpa tiene la Consejería de Sanidad como el Ministerio.

¿Además de los equipos de protección integral las enfermeras les han referido algún otro tipo de carencias?
Sí, al principio también hubo muchos problemas con los horarios  y con los turnos. El caos fue un poco generalizado y la situación lo desbordó todo porque conforme iban llegando más y más pacientes tenían que trabajar varios días seguidos no podían librar... Sí que hubo una desorganización importante, no tanto al principio del confinamiento sino cuando la enfermedad empezó a dar la cara y fueron las enfermeras las que lo sufrieron en primera persona.

¿La demanda urgente que se hizo de personal de Enfermería en los primeros días era normal por lo importante de la pandemia o tuvo que ver con lo ajustado de las plantillas que ustedes siempre han criticado, sobre todo en los últimos tiempos?
Nosotras siempre hemos criticado la falta de enfermeras por los recortes que se hicieron durante la crisis del 2008 y que ahora esta pandemia ha evidenciado más que nunca.

Acaban de incorporar un servicio de atención psicológica esta misma semana. ¿Qué estado de ánimo percibe entre sus compañeras?
No te esconden que trabajan con miedo y con una gran preocupación, sobre todo por la posibilidad de contagiar a sus familias, y que tienen estrés y angustia, y esta es la razón de que hayamos contratado los servicios de un gabinete de Psicología para ayudar en la medida de lo posible a las compañeras que están trabajando con pacientes de COVID-19 o que han sufrido el contagio. Pero también te cuentan que los aplausos de las ocho de la tarde y el reconocimiento que les está dando toda la sociedad les anima a segur adelante  y todas lo agradecen muchísimo.

¿En qué condiciones laborales se han incorporado las enfermeras que han respondido al llamamiento de la Junta?
Hasta donde yo sé se les ha llamado como siempre, a través de la bolsa de trabajo, que se ha agotado entera, y con idénticas condiciones. También se ha contratado a algunas EIR (enfermeras internos residentes) pero como enfermeras.

¿Cambiará en algo el trabajo de la enfermera cuando todo esto pase?
De todas las crisis se aprende algo, de eso estoy convencida, y espero que de esta también y que nos sirva para aprender todos de los errores que podamos hager cometido y a potenciar nuestros aciertos.

¿Cómo le gustaría que fuera la sanidad post-pandemia?
Creo que tanto políticos como gestores tienen que tomar buena nota de todo lo que está ocurriendo y de cómo esta pandemia ha puesto más al descubierto que nunca las consecuencias de los recortes realizados. Me gustaría también que se impulsara la realización de una reforma estructural del sistema sanitario tras una reflexión en la que es imprescindible que se dé voz a los profesionales, que a veces se les olvidan y se hacen cosas de espaldas a ellos y luego no hay manera de que salgan adelante. Tenemos un problema importante con Atención Primaria pero también con los servicios sociales, que es algo que se ha visto con la situación de las residencias de ancianos. Creo que la regulación que existe en la actualidad no es suficiente y que es necesario que se integren dentro del sistema sanitario, sobre todo en Castilla y León, que incluso pertenecen a otra consejería diferente. Y con respecto a cómo me gustaría que fuera la sanidad que va a venir después de esto tengo muy claro que debe poner en el centro la atención del paciente y como actores principales a los profesionales, teniendo más claro que nunca que no es un negocio que tiene que dar rentabilidad económica sino que se trata de un derecho fundamental de la población. 

¿Teme que con la crisis económica que se avecina después de la hecatombe sanitaria se vuelva a los recortes?
Quiero pensar que los responsables de la sanidad pública se han dado cuenta muy  bien de lo que significan los recortes y estoy convencida de que no van a cometer los mismos errores.