Luces misteriosas, sombras, humo, juego de entradas y salidas, un atuendo elaborado con la mayor de la profesionalidad y 85 vecinos de Oña dando lo mejor de sí para envolver al espectador en la historia de su villa. Todo ello bajo un cielo estrellado -que previsiblemente aguantará durante los cinco días de función- con compañeros alados colándose en las escenas sin consentimiento. No cabe duda que esta mezcla explosiva hará de la XXXIII edición del Cronicón una de las más especiales.

Cuando el elenco de actores atravesó por primera vez las puertas del Monasterio San Salvador expectantes por descubrir el nuevo escenario, no podían ni imaginar la cantidad de alternativas que la directora de la representación, Efrosina Tricio, y su equipo habían planeado para dar un giro de tuercas a la representación. Pero parte de la esencia de corre a cargo de la ‘magia’ que desprende la iluminación de Andrés, el técnico de imagen y sonido, ha transformado la fachada de piedra del patio de San Íñigo en el ‘decorado perfecto’ para que los personajes más insignes de la Castilla del siglo X y XI cobren vida un verano más.

Hoy llegó el momento de sentir esos nervios propios de un estreno pero a la par la ilusión de haber logrado sacar adelante un proyecto muy diferente, bien por el cambio de ubicación (hasta la última edición la majestuosidad de la iglesia de San Salvador hacía de escenario) y por la necesidad de haber reducido el número de personajes y de escenas como consecuencia de la pandemia.

(Más información y amplio reportaje fotográfico, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)