Maren: «Me cuesta escribir canciones felices»

ALMUDENA SANZ
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Con sus 18 años salta al escenario de Cultural Cordón este viernes con su guitarra y las historias que esconden los temas que reúne en su primer disco, 'Margaritas y lavanda', que publica en abril

Maren lleva componiendo desde los 11 años y las letras siempre han sido su manera de contar lo que le ocurre. - Foto: Beatriz Berzosa

Siempre había sido cantarina, todos en su familia lo son, pero confiesa que lo de ser artista no es algo que tuviese claro desde siempre. «De pequeña quería ser futbolista o bombera». Cuenta Maren estas cosas como si ese siempre o ese de pequeña estuvieran a años luz y no a la vuelta de la esquina. La frescura y desenfado que se presumen a sus 18 años casi recién cumplidos conviven con un discurso bien hilado. Vuelan pájaros en la cabeza de esta joven cantautora, pero sin conseguir arrancar sus pies del suelo. Con sus guitarras y su sugerente voz sale este viernes al escenario de Cultural Cordón (19.30 horas, 12 euros) para abrir Indiependientes, el nuevo ciclo de la Fundación Caja de Burgos. 

Maren (Bilbao, 2002) recuerda que ese entorno cantarín y una madre profesora de música fueron determinantes para que a los 8 años empezara a escribir sus canciones «a lo tonto» y luego «ya en serio» con 11. «En ese momento me di cuenta de que era lo único que quería: hacer canciones y contar las cosas que me pasaban en ellas». ¿Qué cosas le pasan a una niña de 11 años? «¡Muchas!», suelta divertida y, pese a su corta edad, reconoce que, como suele ocurrir a los artistas, las penas y la tristeza espolean su creatividad. «Me cuesta mucho escribir canciones felices, pero lo guay es que de todas las cosas que me han pasado, buenas o malas, intento hacer historias para sacar algo bonito de todo». 

El paso definitivo, el ‘mamá, quiero ser artista’, lo dijo cuando terminó su participación en el programa televisivo La voz kids. «En el concurso no tuve mucho impacto, pero cuando salí de allí me di cuenta de que era lo que quería hacer. Aunque fuera una cosa competitiva, que yo intento evitar, y viera muy complicado, me dio igual. Yo quería hacer esto. Y vi que la manera era hacer conciertos. El primero fue en la puerta de la tienda de mi madre», rememora.

El puerto de Bermeo enmarcó aquella primera vez. «Estaba muy nerviosa. Yo soy muy vergonzosa. Y, aunque me dio miedo, me obligué y el concierto fue súper bien. Fue un empujón, un ‘vale, esto puede funcionar’». Los aplausos la llevaron en volandas. Y no, no pasó la gorra. 

Aquel programa de televisión también le enseñó que la vergüenza no era buena compañera. La propia música ha sido su revulsivo. «A través de mis canciones voy entendiéndome muchísimo a mí misma, y tengo 18 años, que todavía estoy haciéndome mayor. Sirven para conocerte y para convencerte de las cosas que puedes aportar». 

¿Qué está descubriendo? ¿Cómo es Maren? 

«Últimamente he creado mi álter ego, Margaret, que es lo que me gustaría ser. Está un poco zumbada, pero en el mejor de los sentidos, es mi lado creativo explotado al máximo, también dramatiza mucho las cosas porque es divertido. Yo soy muy teatrera», aboceta la joven música, a la que la pandemia obligó a cambiar sus planes. Había decidido estudiar Producción Musical en los estudios Abbey Road de Londres, pero, finalmente, cursa Bellas Artes a distancia. 

Sigue con los pies anclados en el suelo. Aun cuando se lo ponen difícil. El 30 de noviembre cumplió los 18, pero ya ha compartido cartel con Tayler Ramsey o Crystal Fighters, hecho sus pinitos en la tele, está a punto de sacar su ópera prima... «Después de conocer a gente muy importante o tras un concierto siempre vuelvo a mi casa. No se me van los pies de la tierra porque no soy nadie todavía, compaginas cosas súper locas con una vida completamente normal», prosigue Maren, que, además, ha decidido ser ella quien controle todo su trabajo, sin dejar que se cuele la industria discográfica: «Es duro ser artista independiente porque no es sencillo gestionar una carrera, ni por la parte financiera ni por la artística. Pero tener todo el poder es increíble».

Lo dice recién terminado su primer álbum, Margaritas y lavanda, del que es productora junto a Carlos Dueñas y Sergio Sastre (Miss Caffeina), que publica en abril. «En este disco están muy bien reflejadas todas las personalidades que tengo en mi cabeza, desde una parte más oscura a otra más happy flower. Hay un poco de todo, pero manteniendo una línea muy Maren». Esa línea muy Maren es la etiqueta que se pone la creadora, que huye de ellas. 

Muy Maren es también el título. La omnipresente lavanda en su vida y las chiribitas que crecen en el jardín de su casa la han acompañado mientras escribía estos temas. Ya ha adelantado tres: La estación espacial de Teruel, un divertimento nacido de la improvisación, que compuso tras el viral Te invito a mi piscina (para matarte); El día que bajé las escaleras, sobre el momento de despertar, de hacerse mayor; y Fotosíntesis, acerca del miedo que arrecia cuando algo que has deseado está cerca. «Yo, como dice la canción, soy más de fotosíntesis y viajes, de sentir que lo que tenga que pasar, pasará...». Lo que tenga que pasar, pasará.