Era su objetivo. Después de presentarse hasta en tres ocasiones al concurso del Mejor Artesano Florista de España, donde llegó a conseguir un tercer puesto en 2019 y ser semifinalista en 2018, por fin, en Burgos, y tras el parón por la pandemia, ha conseguido su tan ansiado propósito.

No lo ha tenido fácil. Por delante once pruebas sorpresa a las que ha tenido que enfrentarse durante tres días, desde el 30 de septiembre hasta el 2 de octubre, y que le han permitido exhibir sus habilidades gracias a las diferentes demostraciones que se han realizado tanto en exterior como en interior.

Lugares tan emblemáticos de la ciudad como el Monasterio de San Juan o la plaza del Rey San Fernando han sido testigo del virtuosismo de más de una veintena de participantes llegados de todos los puntos de la geografía nacional.

Pruebas de todas las dimensiones y dificultades donde el jurado ha tenido en cuenta desde la técnica hasta el gusto floral, pasando por los materiales utilizados, la soltura y el ingenio. «Es impresionante conseguir este reconocimiento, más aún después de la tensión que se vive. No se trata sólo de la técnica, hay que diseñar un presupuesto, plantear un proyecto y desarrollarlo, más aún cuando las flores que nos facilitan no están al uso en una tienda (...)», afirma este florista.

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