Uno de los fenómenos derivados de la pandemia ha sido el espectacular incremento de las quejas ciudadanas por ruidos. El aumento de terrazas hosteleras, las fiestas clandestinas en pisos y, por qué no reconocerlo, una mayor irascibilidad social tras meses de encierro, explican en parte este escenario. Un razonamiento superficial que realiza la Policía Local en base a la gran cantidad de actuaciones que lleva a cabo diariamente. El cuerpo municipal se ha visto desbordado por un aluvión de llamadas desde hace dos años. Intervenciones que, casi siempre, solventan con la mediación ante la imposibilidad de resolver un problema casi constitucional: la confrontación entre el derecho público y el privado.

Las quejas por ruido iban cada año en aumento hasta 2019, pero el coronavirus ha provocado un espectacular repunte. Se ha pasado de los 700 avisos pre pandemia a los 1.510 del recién terminado 2021. El doble de denuncias con un catálogo de razones variado, aunque se llevan la palma los problemas entre comunidades de vecinos, no necesariamente por fiestas, matiza Carlos Jiménez, subinspector de la Unidad de Policía Administrativa (UPAD) del cuerpo municipal. «Creo que la gente se ha vuelto más beligerante con este tipo de molestias. Aguanta mucho menos, de ahí ese notable incremento», señala.

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