Frías sigue sin contagios pese a la avalancha de turistas

S.F.L.
-

La ciudad logra esquivar al coronavirus y 8 meses después de declararse el primer estado de alarma continúa sin registrar casos, pese a alcanzar cifras históricas de turismo en verano

El castillo, la principal atracción turística de Frías, se mantiene abierto, ya que la visita se realiza en todo momento en un espacio al aire libre. - Foto: S.F.L.

En pleno auge de la segunda oleada de la pandemia de coronavirus el milagro de esquivar al virus es una realidad en Frías, con cero caso registrados. Su baja densidad de población, el aislamiento, la escasa movilidad, su responsabilidad y el cumplimiento de las medidas de prevención y seguridad pueden ser algunas de las razones para explicar el asombroso fenómeno. O más bien una conjunción de todas ellas junto a un aditivo que no es menos importante, la suerte.

La distancia que separa a la ciudad más pequeña de España de los grandes núcleos de población y sus pocos habitantes son, sin duda, factores determinantes para que el virus haya tenido hasta el momento un difícil acceso. Pero la seguridad de los fredenses no solo depende de ellos. Los atractivos turísticos de la localidad hacen de ella una de las más visitadas de la provincia burgalesa y por lo tanto, durante los meses que la movilidad entre comunidades se ha permitido, Frías se ha convertido en un punto caliente en cuanto a tránsito de personas.

Durante los meses de verano 19.338 visitantes se dejaron ver en la Oficina de Turismo Municipal, logrando que julio haya batido un récord histórico hasta alcanzar los 8.246. «Casi todo el mundo ha respetado desde el principio las normas. Sí que se ha dado algún caso de turistas que procedían de la ciudad y se escabullían de llevar la mascarilla pero, por lo general, la gente ha contribuido en que estemos libres de covid-19», expone Miriam, una de las técnicas de turismo. En la temporada estival han acudido viajeros de todos los rincones del país mientras que, una vez que Castilla y León decretó el cierre perimetral y el de la hostelería, «nos visitan vecinos de lugares más cercanos como Medina de Pomar, Oña y en menor medida Burgos ciudad», añade.

A pesar de que las calles hayan cobrado más vida que en las últimas décadas por veraneantes y turistas, el perfil del viajero ha cambiado. Los grupos grandes han desaparecido y se ha incrementado el turismo familiar y de pareja. Marta y Raquel, dueñas de la carnicería Hermanos Pérez, confiesan que la venta de productos del supermercado ha funcionado muy bien pero no tanto las de los productos que ellas mismas elaboran, como chorizo o morcillas. «Son artículos que tienden a comprar los excursionistas», aseguran. Aún así, no pueden quejarse porque no han dejado en ningún momento de facturar.

En la otra cara de la moneda se sitúan los hosteleros, que según los testimonios declarados a este periódico, este verano han trabajado muy bien, llegando incluso a triplicar el servicio de comidas. «Ha entrado gente a comer pasadas las 16.30 horas», afirma una de las empleadas del Bar Ortiz. La propietaria, María del Carmen, reconoce que ha llegado a sentir miedo por la cantidad de clientes a los que ha atendido. Pero ahora que vuelven las ‘vacas flacas’ desconfía en el futuro incierto al que se enfrentan. «Hemos solicitado a Patrimonio la colocación de un toldo para que, una vez que den permiso, la gente consuma en la calle porque, si no estamos acabados», manifiesta.

Entre tanto, las diferentes tiendas de regalos y artesanía de la ciudad se encuentran con la verja bajada. Ana confiesa que no tiene que pagar alquiler y eso la salva. Al residir en el mismo inmueble donde se ubica su negocio no ve inconveniente en abrir las puertas en momentos puntuales en los que ve pasar algún visitante desde sus ventanas. «Cierto es que la desolación de presenciar las calles tan vacías quita las ganas de hacer turismo», afirma.

Se avecinan meses duros y muy tristes para una localidad que vive principalmente de los viajeros. Sin embargo, las concejalas Elena y Arantxa desean que combinando ingredientes tan básicos como la responsabilidad, el compromiso y el respeto, mezclados con unas virutas de suerte, la ciudad continúe como zona ‘covid free’.