El parque de la Cruz Roja: Ni en cuerpo ni en espíritu

H.J.
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Nada queda en el parque de la Cruz Roja, repavimentado y con un carril bici sin sentido, de aquel "espíritu de Leandro Silva" que sirvió como excusa para detener las obras previstas, y encima ahora la ciudad debe resarcir a la adjudicataria

Aspecto actual de la plaza central, con pavimento anodino y un carril bici que muere en un espacio pavimentado para su uso fundamentalmente peatonal. - Foto: Jesús J. Matías

Se fue al cajón en diciembre de 2017, aunque todavía pasaron unos meses hasta que el anterior equipo de Gobierno asumió oficialmente que no reformaría el parque de la Cruz Roja. Aquella obra se paró después de no pocas discusiones porque toda la oposición, incluyendo el PSOE que entonces era el principal partido de los no gobernantes, se oponía a las obras que estaban adjudicadas por casi 320.000 euros y a punto de comenzar.

Se trataba de cambiar pavimentos y talar árboles en un entorno con enorme carga emocional para los niños de los años 80 y con un valor paisajístico que casi todos los burgaleses desconocían hasta que el Colegio de Arquitectos llamó la atención sobre él. El parque había sido un diseño del arquitecto uruguayo Leandro Silva y diversas voces advirtieron que una reforma como la pretendida acababa con su "espíritu", como literalmente se alegaba.

Paralizado aquel concurso, la empresa que había sido elegida fue a los tribunales y un juez acaba de darle la razón. Tal y como publicó este periódico la semana pasada, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 ha reconocido que la constructora RFS deberá ser indemnizada. La decisión política de hace cuatro años le va a costar dinero a las arcas públicas, y aquel espíritu tampoco se ha recuperado. Es más, ha sido sepultado.

Las desaparecidas fuentes ya son solo un recuerdo bucólico para los burgaleses de los años 80. Las desaparecidas fuentes ya son solo un recuerdo bucólico para los burgaleses de los años 80. - Foto: Ángel Ayala

En enero de 2020, el Consistorio se decidió finalmente a ejecutar una remodelación del parque debido a su mal estado, pues era evidente su progresivo deterioro. En ese momento, con el PSOE ya al frente del ejecutivo, acometió con la brigada de obras unos trabajos que colocaron un nuevo pavimento sobre la plaza donde estuvieron las legendarias fuentes de Leandro Silva. Y añadió a la zona verde un tramo de carril bici sin sentido, pues recorre apenas unos metros y muere en una plaza concebida principalmente para el uso peatonal.

Arturo González, secretario del Colegio de Arquitectos, sigue lamentando la "gran pérdida" de aquellos surtidores que fueron una novedad en España. "Era una de las primeras instalaciones de este tipo, llegó a tener luz, muy moderno para su época".

El diseño curvilíneo y la plaza central circular más o menos se mantienen, así como la agrupación de especies vegetales en determinados puntos "teniendo en cuenta las estaciones del año con el cambio de hoja", explica González. Pero aquel toque especial que tantos burgaleses añoran hace mucho tiempo que se perdió. Durante la mayor parte del día no hay ni un alma entre sus espacios. Ni rastro de cuerpos, ni tampoco de espíritus.

El parque fue diseñado en la intersección de dos carreteras nacionales.