«Son muchos los templos y escaso el dinero. Hacemos todo lo posible por conservar ese vasto patrimonio pero no podemos llegar a todo, aunque lo intentamos», dice sin resignación -porque nadie se mueve tanto y tan bien como él cuando de luchar por las iglesias se trata- Juan Álvarez Quevedo, delegado diocesano de Patrimonio. El inventario es tan extenso que es difícil calcular, hacerse idea de la magnitud de la empresa que supone la conservación de tan ingente herencia arquitectónica. La provincia de Burgos tiene nada menos que 1.600 iglesias, de las que 85 están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC).

En los últimos veinte años, según Álvarez Quevedo, se han conseguido medio centenar de inversiones importantes que han garantizado la supervivencia de muchas de estas iglesias. No en vano, la diócesis se encarga de mantenerlas de modo permanente, las abre al turismo todo el año y colabora en convenios para sus reformas.Sin embargo, poco se ha podido hacer por cincuenta pequeños templos de la provincia. «Estos, tristemente, son ya irrecuperables. Nada se puede hacer por ellos». Así que todos los esfuerzos se centran en las que todavía tienen arreglo, especialmente en las que están protegidas. Ahora mismo, según el delegado diocesano de Patrimonio, son diez las que están en serio riesgo. En estado de alerta roja. Alerta roja BIC.