El centro de la ciudad es la zona con mayores aglomeraciones. Las calles centrales son las que tienen un mayor tránsito y por eso son las que tienen más negocios. Aun así, ya sea por la marcha de bancos, jubilaciones o cierres por motivos económicos, cualquier persona que recorra las arterías principales comprueba que hay muchos locales vacíos. Esta realidad se arrastra desde la crisis, e inmobiliarias, comerciantes y hosteleros coinciden en que las principales causas son los altos precios que se piden de alquiler y los cambios en el consumo que provocan que el emprendimiento en el centro sea complicado.

Uno de los puntos en los que conocen la situación son las agencias inmobilarias. En muchos locales hay un buen número de carteles que anuncian alquiler o venta, pero, ¿qué ocurre para no se levante de nuevo? Para responder a esta pregunta se alude a dos aspectos. Una es la posible falta de demanda pero sobre todo un precio excesivo. Por parte de M30 se apunta más a la falta de iniciativa porque "la demanda en los locales es baja". En esta agencia se indica que los precios han descendido aunque sí que se pide "algo más en los locales acondicionados".

Donde sí que apuntan directamente a los precios es en Kar. Por su parte se resalta que "el problema puede estar en que no nos ponemos el chip de que en Miranda el nivel de vida es medio bajo y que hay que adaptarse". Cuando esto sucede sí que se alquila porque "demanda hay", aunque el precio muchas veces frena puesto que "igual hace años se pagaban 2.000 euros pero ahora les van a dar 700". Una diferencia en la que "si se ponen los pies en el suelo" la situación cambia, aunque en Kar se apuesta por que la persianas seguirán cerradas mientras los precios continúen en la misma línea ya que en esta situación "lo locales no son rentables". En especial los más grandes, como los de los bancos.

Los altos precios frenan el emprendimiento en el centro

En esto está la clave, en que las personas que apuesten por establecerse en el centro consigan los ingresos suficientes para poder sobrevivir. Para crear actividad, hay dos opciones principales: la hostelería y el comercio. Ambos tiene diferentes preocupaciones, aunque coinciden en la influencia del cierre de bancos, lo que dejó un buen número de locales sin actividad.

En cualquier caso, la hostelería y el comercio son alternativas para revitalizar el centro, aunque al preguntar a los protagonistas no se encuentra la misma respuesta. En el caso de los comerciantes se alude a las dificultades para sobrevivir, puesto que tienen que luchar contra las grandes superficies e internet. Por parte de los hosteleros, el peso sí que se sitúa en el precio de los locales.En el caso de los comerciantes, el presidente de Acecaa, Fernando Zatón, lamenta que la viabilidad de abrir una tienda cada vez es menor. "El comercio ya no es un negocio", lamenta, puesto que las "prioridades de la gente en el consumo son otras y se pasa del comercio tradicional". Por este motivo indica que cada vez son menos los emprendedores que apuestan por ponerse detrás del mostrador. Además también apunta que las grandes marcas han llegado con cuentagotas. Esta decadencia, si en el centro es preocupante, se agrava más en los barrios, donde Zatón sostiene que "no hay comercio". En este sentido piensa a zonas de tradición, como la carretera Logroño, en las que las tiendas de ropa, por ejemplo, hace tiempo que cerraron.

Al margen de la poco iniciativa que existe para abrir nuevos negocios, Zatón también remarca que otro de los problemas está en que "no hay relevo generacional", por lo que cuando los propietarios llegan a la jubilación se ven abocados al cierre y luego es difícil que venga otra persona para abrir de nuevo, así que la situación se va complicando cada vez más.

Los altos precios frenan el emprendimiento en el centro

El comercio representa la cruz de la moneda, por las dificultades con los nuevos hábitos, aunque por el momento la cara se mantiene en la hostelería. Este sector sí que aguanta y en los últimos años se han reformado un buen número de lonjas para poder empezar tras la barra del bar.

Aun así, por parte de la asociación de hosteleros Altamira, su presidente Pepe Rey, sí que apunta directamente al precio para explicar la cantidad de lonjas vacías que se acumulan en las calles del centro. "El problema que tenemos es que nos están cobrando unos alquileres de cuando las vacas volaban", lamenta Rey, que insiste en la necesidad de adecuar los precios a la realidad que se vive en la ciudad.Sobre las rentas que hay, se aclara que son similares a las que se pueden pagar en Vitoria "y mucho más caras que en Burgos capital", resalta Rey, que dice que en muchas ocasiones también hay que tener en cuenta que al entrar hay que hacer reforma, lo que se suma a los "1.600 euros al mes que hay que pagar por una lonja un poco maja", confiesa Rey.