Una carrera pagada con destino esperanza

S.F.L.
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Isabel Díaz estrena el servicio de taxi gratuito que ofrece Poza para ir a vacunarse a Briviesca

José Daniel recogió a la vecina en la Plaza Nueva de Poza y la llevó al centro de salud de Briviesca. - Foto: S.F.L.

Isabel Díez ya no necesita despertador para abrir los ojos bien temprano. Duerme bien aunque no como cuando era joven pero continúa levantándose con la vitalidad que la ha caracterizado siempre. La pasada noche del jueves fue otra de tantas. Se masajeó los pies con su crema Atrix -la de toda la vida- siguiendo el ritual diario y se acostó. Apenas tuvo tiempo para pensar que el camino a la esperanza lo tenía ya al alcance de su mano. Mejor dicho, de su brazo. El viernes recibió la primera dosis de la vacuna de Pfizer en el centro de salud de Briviesca. «¿Esa es la buena, no?», se preguntaba.

La pozana, que reside en su casa con la única compañía de su perro Satur, ha sido la primera en estrenar el servicio gratuito de taxi que el Ayuntamiento de la villa ha puesto en disposición de los vecinos que carezcan de medios para que se trasladen hasta el centro de salud de Briviesca a vacunarse contra la covid-19. «Me he levantado muy tranquila y contenta de que llegara el día de recibir la dosis, aunque debo confesar que desde que la pandemia aterrizó he tenido fe en que no me iba a contagiar. Todo puede pasar pero me he cuidado y he tomado mis precauciones», declara a este periódico la mujer.

Disciplinada y extremadamente puntual, a las 10.37 horas exactamente abandonó su vivienda para reunirse con José Daniel, el taxista, en la Plaza Nueva. Eso sí, no sin antes dejar las tareas domésticas realizadas y haber cocinado más de una receta. Cómoda y a la vez estilosa, Isabel tuvo muy en cuenta el outfit elegido para acudir a su cita. «A una no se la escapa nada y visto una chaqueta con cremallera que me resulte sencillo enseñar el brazo y a la vez facilitar el trabajo a los enfermeros», explica.

Pese a que el municipio despertó con un cielo encapotado amenazando lluvia y una temperatura que no invitaba precisamente a tomar el aire, Isabel prefirió esperar más de media hora a que llegara el taxista, con el que había quedado a las 11.15. José Daniel entró a la plaza con su vehículo negro minutos antes de lo apalabrado y tras ayudar a la vecina a colocarse el cinturón de seguridad, emprendió el viaje a la capital burebana.

Además de recibir la vacuna, de la que no ha sufrido ningún efecto secundario, la mujer aprovechó el desplazamiento para realizar unos recados antes de regresar a su villa natal, la que la vio crecer y la que a los 14 años dejó para irse a servir al País Vasco. Entre tanto, el paciente conductor esperó a que terminara con sus quehaceres para tomar rumbo de vuelta. «Espero el tiempo que haga falta para que aproveche el viaje. Hay que tener en cuenta que Poza es un pueblo pequeño, la mayoría de la gente es mayor y hay personas a las que hay que ayudar. Para eso estoy yo», expresa.

Con la primera dosis inoculada Isabel comienza a ver un rayo de esperanza. La pandemia la ha cambiado el humor y solo espera que todo esto se solucione para retomar su vida de antes, al lado de sus hijos, nietos y amigos.

Mientras llega, continuará entrenando su mente y su temblorosa mano con las sopas de letras y disfrutando de un entorno que le produce la mayor de las alegrías.