Quejas de turistas por cerrar la calle Santander en domingo

B.G.R.
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Los hosteleros del centro aseguran que el corte de la vía los domingos y festivos «enfada» a los viajeros por las «muchas vueltas» que tienen que dar para llegar a su destino

«Todos los domingos los clientes llegan enfadados». La afirmación procede de varios responsables de hoteles de la ciudad ubicados en el entorno de la calle Santander o que tienen esta vía como paso obligado hacia sus establecimientos y que, desde que se cerrara al tráfico a principios del pasado mes de junio, no han parado de recibir quejas de sus huéspedes los domingos y festivos, que es cuando se convierte en peatonal. El motivo no es otro que el hecho de que su llegada al destino elegido se convierte en un «auténtico laberinto».

«Hay que tener en cuenta que los turistas no conocen la ciudad. Hoy en día todos llegan con los navegadores de sus vehículos y estos no ‘saben’ que los domingos y festivos no se puede pasar por esta vía, de tal manera que aunque se desvíen el dispositivo le sigue indicando que se den la vuelta para coger el camino más corto», detalla Luis Mata como presidente de la Federación de Hostelería, a la que ha llegado el descontento por la medida del Ayuntamiento de varios de los alojamientos afectados, y propietario también de uno de ellos, el Norte y Londres, en Alonso Martínez.

Mata sostiene que la mayoría de los turistas que acceden llegan al puente San Pablo, momento en el que no pueden pasar por dicha calle y tienen que retroceder por la avenida Arlanzón hasta la plaza del Rey para allí dar la vuelta y poder entrar por la plaza de España o la calle Hortelanos. «No existen otras rutas alternativas», puntualiza. Eso para los que vienen en domingo o en festivo porque, según asegura, los problemas se extienden también a aquellos que parten ese día después de pasar el fin de semana y se topan de nuevo con «problemas en la salida» o tienen que cargar con las maletas hasta donde tengan aparcado el coche en caso de que el hotel carezca de párking o este esté completo.

El presidente de la patronal habla de «muchísimas quejas» recibidas, mientras que Roberto Marijúan, del Hotel los Braseros, en la avenida del Cid número 2, asegura que se repiten «todos los fines de semana». «El acceso es complicado y no hay indicaciones. No ha sido una buena medida para la capital», señala este empresario, que ya ha trasladado el malestar a la patronal del sector y que avanza que, en caso de que la iniciativa se vaya a extender en el tiempo, sería conveniente que se presentara una carta en el Ayuntamiento exponiendo todas estas cuestiones.

Desde el Palacio de los Blasones, en la calle Fernán González, su responsable, Ricardo Garilleti, expone una situación parecida y habla sobre todo de la «incomodidad» que resulta para los turistas, ya que «tienen que dar mucha vuelta». «Se suelen quejar del tiempo que tardan o bien llaman por teléfono para ver cómo pueden llegar», señala.

No solo el problema se da en el casco histórico, sino también fuera  de esta zona. El Hotel María Luisa, ubicado en la avenida del Cid 42, también vive esta misma situación. Amparo Santamaría, jefa de Recepción, explica que los visitantes no entienden por qué resulta tan complicado encontrar el establecimiento en una ciudad pequeña. Asegura que esto provoca que el viajero «llegue enfadado» y que la mayoría de los comentarios que escuchan- vayan en el sentido de que «cuesta más encontrar el alojamiento en Burgos que en grandes capitales como Madrid o Barcelona».  De igual forma, considera que el problema es aún mayor por el día de la semana en el que se produce, el domingo, que es «cuando suele costar más completar las plazas hoteleras de los establecimientos».

Los empresarios coinciden en valorar que el corte de la calle Santander «no tiene sentido», principalmente porque los viandantes siguen usando las aceras para pasear por esta vía, teniendo en cuenta -apunta Garilleti- que estas se ampliaron y hay espacio «suficiente» para los transeúntes. «No es una peatonalización total porque siguen pasando autobuses y, sin embargo, se trata de una vía de comunicación muy importante», agrega.

Mata, además, considera que el corte y las quejas que trae consigo repercuten «negativamente en la imagen de la ciudad» y que el hecho de que el Ayuntamiento pueda contemplar la peatonalización permanente o hacer lo mismos en otras calles sería algo «catastrófico». «Habría que cambiar la dirección de otras muchas y supondría gastar dinero innecesariamente. Ya hay bastantes zonas peatonales y debe mantenerse una mínima infraestructura de movilidad», concluye.