Un cierre sin fiesta de despedida

ADRIÁN DEL CAMPO
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El mítico bar La Cafeta baja definitivamente la verja por la COVID-19. El dueño adelanta su jubilación ante la acumulación de gastos

El dueño de La Cafeta enseña algunos de los cuadros y discos que decoraban el bar. - Foto: A. del Campo

La calle Hospicio de Aranda ya no será la misma. Tras 40 años abierto, el mítico discobar La Cafeta cierra definitivamente. La crisis del coronavirus ha adelantado una clausura anunciada. El dueño del negocio, Abel Tijero Iglesias, se jubilaba el próximo mes de diciembre pero todo se ha precipitado por la COVID-19. "Hace una semana y pico, viendo los gastos, la renta, el IRPF, autónomos, la luz… y la situación en la que estamos, tomé la decisión de cerrar. Viendo tan cerca la jubilación y esta solución en los bares, sobre todo en los de la noche, que somos los últimos en  abrir, y lo que el Gobierno está diciendo primero del 30% y luego del 50%, no es rentable para nada", declara el gerente del local del barrio de Santa Catalina.

La imagen de La Cafeta es ya la de un bar que no volverá abrir. Ayer se confirmaba la noticia de puertas para afuera mientras Abel, con la ayuda de dos amigos del bar, uno de los cuales incluso fue camarero, retiraba el letrero. Más de un vecino se paraba a preguntar por el cierre, a decir "qué pena" o "cuántos recuerdos". Dentro, los cuadros y adornos quitados de las paredes casi no dejaban ver el suelo mientras la botellas hacían lo propio con la barra agolpadas en cajas y cajas. Es la estampa de cualquier bar en sus últimas horas. A pesar de los recuerdos de cada foto, cada disco o cada entrada pegada a la pared, Abel Tijero admite que no lo está llevando mal: "La verdad es que no me está dando demasiada pena, como estaba tan cerca de la jubilación... A veces por las noches estás en casa y piensas, pero no tengo bajones, quizá con el tiempo me den más, pero ahora no".

Lo que da rabia al que durante tantos años ha dado personalidad a la barra de La Cafeta es no poder haber celebrado la clausura con todos sus clientes, tener que ver reducido el adiós de 40 años de trabajo a un cierre que casi parece clandestino entre mascarillas, guantes y las distancias sociales. "Me sabe un poco mal cerrar así por la clientela. Hay muchísima gente que me ha enviado mensajes, hay más de 500 whatsapp mandados ya por ahí y entonces por los clientes, por no haber hecho una fiesta, que es lo que yo tenía pensado cuando llegara mi jubilación. Es una especie de despedida un poco triste. De todas maneras tenemos pensado hacer una fiesta grande, con grupos. ¿Cuándo? Cuando no tengamos que llevar mascarilla y podamos abrazarnos, beber y bailar", declara Abel Tijero.

Al echar la vista atrás, el dueño del mítico bar se detiene en los inicios. Cuenta que La Cafeta nació en 1979 como el proyecto de tres amigos "un poco hippies". A los dos años, Chapela y Manolo dejaron el proyecto y Abel se quedó al frente. Eso sí, manteniendo el mismo espíritu: "Este bar siempre ha sido de rock and roll, de música de los 70, de los 80...". A lo largo de estas cuatro décadas han cambiado horarios y aperturas, han ido pasando diferentes generaciones de clientes, manteniendo a muchos fieles o a parejas que se conocieron en este local de Santa Catalina, pero Abel no olvida los mejores años: "Esta calle en los 80 estaba abarrotada, era increíble. Te venía gente de todos los pueblos de alrededor, también de Valladolid, de Burgos, era un ambientazo impresionante. Con el tiempo ha ido bajando y hemos quedado dos o tres míticos y poco más". Abel tampoco se deja cuando bandas como Burning, Siniestro Total o Extremo Duro pisaron su bar. Miles de recuerdos que se quedarán tras una puerta que cierra empujada por la COVID-19.