Más que un tipo guapo

Maricruz Sánchez (SPC)
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Con una película hecha a su medida, 'The Old Man and the Gun', Robert Redford ha puesto punto y final a una carrera de casi 60 años tras la cámara. Es el adiós a la interpretación de una leyenda viva de Hollywood

Más que un tipo guapo

«No es el actor con mejores dotes interpretativas de su generación, pero si uno de los más atractivos», aseguraron durante años los críticos sobre Robert Redford. Una afirmación que pesó, y mucho, en su carrera hasta que, desesperado por demostrar su potencial, dejó de firmar contratos publicitarios que solo ensalzaban su cautivadora sonrisa, su pelo rubio y sus ojos azules, para decantarse por papeles que fueran más allá del tópico de eterno galán de Hollywood. Él era más que un tipo guapo.

El estadounidense no solo no encaja en el estereotipo de mujeriego que podría suponerse a un personaje con su éxito sino que, además, es un hombre con marcada implicación política, medioambiental y un amante del cine independiente. Ahora, a sus 82 años, Redford ya no tiene nada que demostrar al gran público, conocedor ya de sus dotes como director y productor. Quizá por eso, ha decidido poner el punto y final a su trabajo tras la cámara, y decir adiós a una carrera como intérprete que le ha llevado a convertirse en una leyenda viva del séptimo arte.

A finales de enero, España era testigo del estreno de su última película. Y, tal y como aseguró entonces, la definitiva en un palmarés interpretativo que suma más de 80 títulos. The Old Man and the Gun, dirigida por David Lowery, es la historia de un atracador maduro que encarna a la perfección el alter ego profesional de Redford. Un papel de rebelde y forajido hecho a su medida que sirve de homenaje a una trayectoria como de casi seis décadas. 

Afortunadamente, la despedida se ciñe a su faceta como actor y no se refiere al cine en su conjunto, con lo que el protagonista de El golpe o Dos hombres y un destino seguirá ligado al sector a través de la producción, la dirección y el Festival de Cine Independiente de Sundance, que fundó en 1981 y que este año alcanzó su 36 edición. 

Nacido en Santa Mónica, California, el 18 de agosto de 1936, debutó en 1960 de la mano del western televisivos Maverick, en el que entraba en una habitación, le daban un golpe y salía. Ese fue su primer y fugaz papel, por el que cobraría 75 dólares. Pero él declinó el dinero y prefirió una caña de pescar. 

Así arrancó la carrera de Redford, que desempeñó su primer trabajo de peso encarnando a un recluso encarcelado injustamente en La jauría humana, de Arthur Penn. La fama le llegaría más tarde, gracias a películas como Dos hombres y un destino, en 1969, o Tal como éramos (1973), que le convirtieron además en uno de los galanes más deseados, y filmes como Todos los hombres del presidente (1976), El gran Gatsby (1974) y Memorias de África (1985).

Rebeldes y renegados, buenos tipos en el fondo pero a menudo moviéndose en el límite de la legalidad, han sido las especialidades de este mito de Hollywood, que acaba de alzarse con el Cesar de Honor en la 44 edición de los premios más prestigiosos del cine francés. «Es, definitivamente, un monumento. Muchas de sus películas, delante o detrás de la cámara, son hoy clásicos. ¡Pocas carreras han tenido tal impacto en la historia del séptimo arte!», destacó la Academia gala.

Dirección. Tras este último papel en The Old Man and the Gun, Redford continuará con su aplaudida labor tras la cámara. Una faceta que arrancó con la cinta Gente corriente (1980), por la que ganó el Oscar al mejor director, y siguió con Quiz Show/ El dilema (1994), El hombre que susurraba a los caballos (1998) y Leones por corderos (2007).

Otra de sus pasiones es el cine independiente estadounidense, que le llevó a promover un festival en las nevadas montañas de Salt Lake City, en el Estado de Utah. Sundance, cuyo nombre homenajea al forajido interpretado por él en Dos hombres y un destino, ha ido haciéndose un hueco desde entonces en el panorama internacional hasta convertirse en el más importante reducto de la industria en este campo. Triunfar en esta cita supone ahora el mejor espaldarazo para que una película de bajo presupuesto pueda tener una carrera comercial que le lleve hasta los Oscar. Filmes como Reservoir Dogs, Pequeña Miss Sunshine, Boyhood o Déjame salir pueden dar buena fe de ello.