Han pasado casi dos años y nueve meses desde que los británicos votaran en un referéndum a favor de que el Reino Unido abandonase la UE. Un tiempo que se ha hecho eterno para la primera ministra, Theresa May, obcecada en conseguir un pacto con la UE que permita una salida consensuada el próximo 29 de marzo.

Los obstáculos que se ha encontrado la premier en el camino han sido numerosos, pero ahora encara, sin duda, el momento decisivo. Y es que, desde aquel 26 de junio de 2016, muchos han sido los acontecimientos alrededor del Brexit, que a partir del próximo martes afronta su destino final.

La primera jornada en la Cámara de los Comunes tendrá lugar el día 12. Es la fecha fijada por May para presentar nuevamente ante el Parlamento el acuerdo firmado con la UE, para el que confía en haber introducido cambios.

Tal y como prometió en febrero, la idea es que el documento excluya la controvertida salvaguarda, el principal escollo para que el texto sea avalado en Londres, e introduzca otro tipo de mecanismos que eviten la frontera dura en la isla de Irlanda.

El rechazo hacia ese punto es abrumador. De hecho, fue la principal razón por la que más de dos tercios de los legisladores tumbaron el tratado en la sesión del pasado 15 de enero. Pero el bloque comunitario ha insistido por activa y por pasiva en que no moverá ni un punto de lo consensuado.