¡Vivan las novias... y el acompañamiento!

I.LH.
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Doce modelos lucieron diecinueve trajes de varias generaciones de mujeres de Mazuela en el desfile que recuperó los vestidos de sus vecinas. La implicación de todo el pueblo llenó la iglesia y atrajo a visitantes de otras localidades

¡Vivan las novias... y el acompañamiento! - Foto: Patricia González

Faltó el banquete y faltaron los novios. Si no llega a ser por eso, la fiesta en la iglesia de Mazuela podría haber pasado por un boda continuada de 19 novias, tantas como trajes desfilaron desde y hacia el altar entre bancos adornados con flores, invitados llenando el templo, vecinos de otros pueblos acercándose al evento (de Presencio llegaron unos cuantos), música nupcial, jóvenes nerviosas, foto de grupo en la portada de la iglesia y lanzamiento de ramos de novia al acabar la ceremonia. 

Minutos antes del desfile para el que se desempolvaron una veintena de trajes de varias generaciones de mujeres de Mazuela, en la sacristía de la iglesia de San Esteban  las chicas que iban a recorrer la alfombra roja hablaban orgullosas de esta «original y atrevida» iniciativa, del encuentro entre vecinos que ha hecho que la gente se implique y del recuerdo que iban a tener de la jornada: «Hemos ido de seis en seis casa por casa probándonos el traje que mejor nos venía a cada una, como si fuéramos a elegir nuestro vestido de novia», comentó una de las doce chicas, la mayoría solteras, que participaron en el desfile.

En algunos casos vistieron el traje de su propia madre o abuela, dándoles a las mayores la oportunidad de recordar ese día en el cuerpo de su descendiente: «Me hace mucha ilusión llevar el traje de mi abuela -aunque pensé que no iba a valerme-. Como no creo que lo eligiera para mi boda, así he tenido la oportunidad de llevarlo y de hacerle un homenaje», comentaba Ana, nieta de Pilar, que se casó en la iglesia de Mazuela en marzo de 1967. El suyo era el traje más antiguo de los que ayer desfilaron y María del Pilar fue capaz de detallar hasta el nombre de la modista que se lo hizo a medida, Elvira Cantero. Aunque llevaba 52 años dentro de una maleta, el vestido de organza mantenía intacta su juventud y hasta el olor a los gladiolos que llevaba como ramo.

Eva vistió el de su madre, Clarisa, que se casó con Emilio en 1996: «Mi madre me ha contado que quería un traje sencillo aunque entonces se llevaba lo pomposo. Reconozco que me divierte llevarlo y fíjate en el detalle de los pies: por delante es más cortito y se ven los zapatos». Así describía Eva el traje de corte romántico de Pronovias, con guantes y diadema de flores que su madre lució en Barcelona. (Más información en edición impresa)