Emprender con todo en contra

R.E.M. / Huerta de Rey
-

«¿Con la que está cayendo?», le respondieron amigos y familiares a Mirabela Insuratelu cuando decidió hace unos meses abrir su propia pastelería en Huerta de Rey. Ahora está encantada y anima a apostar por el medio rural

Mirabela ofrece una gran variedad de panes, pasteles y pizzas en su nuevo establecimiento. - Foto: f2estudio

«Para los tiempos que corren no nos podemos quejar, tuvimos muy buen verano y ahora en invierno también estamos muy contentos». Así de positiva define Mirabela Insuratelu sus primeros meses al frente de su propio negocio en Huerta de Rey. Se muestra muy contenta de la acogida de su pastelería El Molinero y cree que en este momento «la gente se debería animar a emprender en el medio rural. Es donde mejor se está; si no arriesgas, no ganas».

Cuando les comentó a sus familiares y amigos la idea de arrancar esta nueva aventura todos le dijeron aquello de «¿pero qué dices, de verdad? Con la que está cayendo...». Ella siempre les contestaba que «hay que hacerlo, comemos todos los días pan y la gente seguirá comprando un cruasán para desayunar o le seguirá apeteciendo una pizza». Le dio más miedo emprender en pandemia que el hecho de ubicarse en el medio rural, pero de momento se siente realmente orgullosa y habla, desde su mostrador, de la vida que dan los pequeños negocios a los pueblos.

Anteriormente, ella trabajaba en la hostelería y a raíz de la pandemia pasó unos cuantos meses parada. La crisis sanitaria golpeó con dureza al sector y las continuas restricciones causaron que a muchos no les quedase más remedio que buscarse la vida en otros campos. No se podían quedar de brazos cruzados. En su caso, además, se sumaba el cansancio por las largas jornadas durante años. «Aquí es verdad que meto muchas horas, pero es otro mundo diferente y es para mí», dice Mirabela, que lleva viviendo 15 años en la localidad.

Cuenta con hasta once variedades de pan, integrales, de centeno, sin sal, sin gluten... Pero más allá de pan y bollería posee una diversidad de productos que van desde postres como helados o tartas hasta pizzas. «El tema de las pizzas es algo que agradece mucho la gente, ya que hasta ahora no había ningún sitio así donde poder comprarlas», afirma, y de hecho tienen hasta nueve tipos diferentes entre su oferta para convencer a todos los paladares. «Solo con el pan no da para un negocio como este», reconoce la emprendedora.

El producto llega congelado, pero ella se encarga de fermentarlo, hornearlo, de decorar la bollería... «Las palmeras, por ejemplo, hay gente que piensa que vienen ya hechas y no es así, se deben hornear, dar el baño de chocolate...». Y totalmente artesanos también se encuentran entre sus estanterías los pasteles, las tartas... Igualmente, vende productos artesanales propios del pueblo, como la miel, y tampoco faltan chuches de todos los colores para los más pequeños.
En gran medida ayudó que el local es familiar y está en muy buena ubicación, en pleno centro del municipio. Tampoco han dudado en adaptarse a la demanda de los vecinos, y por ello han optado, por ejemplo, por cerrar a las dos y media del mediodía en lugar de a las dos debido a que «a esa hora hay muchísima gente que sale de trabajar y se quedaría sin pan».

Mirabela tiene amigos que viven en Madrid y le dicen que ellos no tienen esto así ni en la capital. «Y es verdad», confiesa. Asegura que, especialmente en verano, acude mucha gente que va al monte a pasar la tarde y aprovecha para llevarse productos recién elaborados. Un lugar ideal para que vecinos y visitantes puedan deleitarse.