Bendita y distinta rutina

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Las niñas y niños con autismo también han regresado al colegio después de seis meses. Familias y profesionales trabajan para que se acostumbren a la 'nueva normalidad'

La higiene de manos antes de entrar en el aula es fundamental. - Foto: Alberto Rodrigo

Para una persona con autismo las rutinas y el contexto de cada una de las situaciones que vive son como una especie de salvavidas que le ayudan a navegar en un mundo que no comprende. Así que es fácil comprender la preocupación de sus familias y de los profesionales con los que trabajan cuando todas esas rutinas y todo ese contexto saltaron por los aires justo hoy hace seis meses: el 14 de marzo se decretó el estado de alarma y la prohibición de salir de las casas para intentar detener la pandemia por coronavirus, por lo que para muchas madres y padres empezó una labor titánica para intentar explicar a sus hijos qué estaba pasando y por qué las cosas no se estaban haciendo como siempre.

«Gracias a este trabajo impresionante que han hecho las familias nos hemos encontrado con que, en general, los chicos han vuelto bien. Sí que es verdad que se nota que algunos han perdido determinadas habilidades porque desde marzo ha recibido muy poquita intervención y hay que volver a recuperarlas, pero de manera genérica nos han sorprendido porque hemos visto un trabajo de los padres estupendo y podemos decir que siguen  con un nivel bastante bueno», explica Javier Arnaiz, director técnico de Autismo Burgos, entidad que durante el confinamiento ha mantenido el contacto telefónico con las familias, el asesoramiento por vídeoconferencia, el envío de material y el seguimiento online y que ahora ha preparado sus aulas para el regreso con todas las garantías.

En total, Autismo Burgos tiene a 42 niños escolarizados: en el colegio propio El Alba hay 5 aulas con 27 alumnos que se han dividido en tres grupos estables de convivencia y que tienen cinco horarios diferentes tanto de entrada como de salida. Las aulas que la asociación tiene en el colegio Salesianas (con 10 alumnos) y en el Virgen de la Rosa (5) se han adaptado a las normas de sus respectivos centros: «Ha ido todo francamente mejor de lo que nos esperábamos. Ahora tienen que recuperar las rutinas y el ritmo, acostumbrarse al cambio de clases, de profesores, a las nuevas normas de higiene y de agrupamiento pero aún con todo hemos intentado que tengan las mismas rutinas  que había cuando se marcharon en marzo y un compañero, un espacio y un profesional de referencia».

Así, durante los primeros días el objetivo principal ha sido que vuelvan a entender la rutina, a poderla anticipar, que se encuentren tranquilos y cómodos y que se desenvuelvan con las actividades de higiene que implica la nueva normalidad aunque muchos de ellos ya están acostumbrados a las mascarillas y se trabaja para que toleren el olor fuerte de los geles hidroalcohólicos. «A alguno le da mucho miedo que le tomemos la temperatura con el termómetro en la frente pero son pequeñas cosas que vamos a ir trabajando». 

(Reportaje completo, en la edición impresa de Diario de Burgos de este lunes)