Familia no solo es la de sangre

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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María Arana y Alberto Díez tienen 2 hijos biológicos, 2 en acogida y un fin de semana al mes se ocupan, además, de los 2 hermanos de estos. ¿Por qué lo hacen? Empatía con los padres que son separados de los suyos por atravesar un mal momento, afirman

Mateo, Alberto, Malena y María, con los juguetes de los peques. - Foto: Luis López Araico

Aunque no se tengan hijos es bastante fácil entender lo tremendamente desgarrador que tiene que ser para una persona el momento en el que la Administración decide que no está en las mejores condiciones para cuidar a su prole y que lo mejor para los menores es salir de la casa familiar. Un drama para los adultos pero también para los niños que ven cómo su vida cambia radicalmente. Los profesionales del sistema de protección a la infancia lo saben bien y siempre han reivindicado su trabajo, que saben que es duro, ante quienes les dicen que «quitan a los niños» porque, afirman, su labor consiste en ayudar a esas familias en dificultades y darles herramientas con las que poder  recuperarse y continuar la crianza con normalidad. En el tiempo que dura la separación -que puede ser por muy diferentes razones, desde un problema de salud de la madre o el padre hasta malos tratos, adicciones o una falta de habilidades para la crianza- la Junta de Castilla y León intenta que los menores estén con otras familias y no en un centro de protección.

Por ello, hace ya treinta años que existe el programa de acogimiento familiar, que en Burgos siempre ha gestionado Cruz Roja. Es esta entidad quien busca a las familias, les ofrece formación y se ocupa de todas las necesidades que tengan durante el periodo en el que se ocupan del niño.  Además, la Junta entrega una compensación económica por los gastos de manutención del menor. Se trata, como explica siempre Marta Tovar, la coordinadora del programa, de algo «que se ha hecho toda la vida»: «¿Cuántas personas no han convivido un tiempo con una abuela o una tía porque hubo un problema familiar? La idea es que los menores estén en un ambiente familiar, que es mucho más propicio para su desarrollo que un centro de menores, a pesar de que cuentan con profesionales perfectamente preparados. Pero no es lo mismo».

Así, Tovar insiste en que para acoger a un menor no hace falta ninguna condición especial, tan solo las ganas de hacer hueco en casa a un niño y cumplir, claro, unos criterios mínimos: estabilidad emocional, entorno adecuado, ausencia de patologías que impliquen riesgo para los menores... Sirve cualquier familia: monoparental, biparental y de cualquier otro tipo de estructura sin importar, como se recuerda desde los Servicios Sociales de Castilla y León, la edad, el sexo o el estado civil. Además, se ofrece una gran flexibilidad ya que el acogimiento puede ser a tiempo completo o parcial (vacaciones, fines de semana, días intermitentes).

 

[Más información sobre este tema, en la edición en papel de Diario de Burgos de este domingo]