Una no reina siempre seductora

A.S.R
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Ana I. Roncero vuelve a subir a los escenarios 'Juana I: la semilla de la locura', un montaje «que gana verdad con cada función» y que el martes suma una más en el Palacio de la Isla

Ana I. Roncero, durante una de las interpretaciones de ‘Juana I: la semilla de la locura’, que completa el elenco artístico con Juan Luis Sáez. - Foto: Christian Castrillo

La locura se convirtió en la corona que nunca se quiso poner y en su superpoder de seducción. Quinientos años después de su muerte, el personaje de Juana I de Castilla sigue despertando curiosidad y levantando miradas. Todo un filón para el teatro, Ana I. Roncero la vistió con minifalda y zapatos de tacón hace cuatro años para presentarla como un espejo para las mujeres del siglo XXI. La cosa no ha cambiado tanto. Esa figura a la que hicieron enloquecer pasea el martes por los jardines del Palacio de la Isla en Juana I: la semilla de la locura, un espectáculo enmarcado en el ciclo Cultura con denominación de origen (21 h., 1 euro, solo a la venta en Teleentradas), que está reponiendo alguna de las propuestas más aplaudidas de las compañías locales. 

Roncero no se cansa de Juana. Lleva cuatro años metida en su piel y cree que durante este tiempo ha madurado. «Ha ganado más verdad, aunque siempre la tuvo, pero en las primeras funciones empujas tú al personaje, quieres que el público lo vea como lo ves tú e, inconscientemente, lo empujas, pero con el tiempo, él coge su posición y tú desapareces y dejas de tener voluntad sobre él», analiza la actriz sobre la obra que enciende los focos en dos temas candentes como el feminismo y los tejemanejes de las monarquías. 

«Todo lo que le ocurre a Juana es por ser mujer. Ha habido, hay y habrá reyes locos y más locos que ella, contando que lo estuviera, y han accedido al trono, sin ningún problema, pero a Juana se le estigmatiza desde el principio. Su madre la quiere controlar para garantizar el trono en Castilla; su marido, cuando se entera de que tiene posibilidades de reinar, la manipula para ponerse la corona más poderosa que hay en el mundo; y su padre ve que, al morir Isabel, le van a quitar una parte de su poder y no quiere renunciar a él», se explaya al tiempo que detecta que este comportamiento del siglo XVI es fácilmente reconocible en muchas actitudes actuales hacia las mujeres.

Y para aunar ambos tiempos tan distantes despoja a Juana de trajes de época, oropeles y salones. Ella es una mujer más, atemporal, que sufre la manipulación, el ninguneo y el maltrato de la sociedad del momento. Los propios actores dibujan con unas piezas móviles los distintos lugares por los que transita, manipulan la luz y la música y en una pantalla se proyectan en directo pequeños detalles que en escena se pierden. 

Actores en plural porque Juana no está sola en el escenario. Una suerte entre Pepito Grillo y Petete el del libro gordo, a quien da vida Juan Luis Sáez, puntualiza las palabras de la reina que no quiso reinar y acomoda sus acciones y sentimientos en la línea histórica sin dudar en convertirse en Felipe El Hermoso o en una doncella de la Corte cuando es menester. «Ella lo cuenta desde el punto de vista de la emoción, de quien lo ha vivido en sus carnes, y él, desde el de la historia», remacha la actriz, a quien le fascina la valentía y defensa que Juana hace de sus sentimientos como mujer por encima de la corona, lo contrario a su madre, Isabel la Católica.