La quinta ola ahoga a Atención Primaria en Burgos

A.G.
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Solo entre los días 5 y 20 se diagnosticaron 6.230 nuevos casos con una media de 2,5 contactos, lo que ha supuesto unas 15.700 personas a las que llamar, hacer pruebas, diagnosticar, atender, dar de alta...

Imagen del cribado de jóvenes realizado a primeros del mes de julio. - Foto: Luis López Araico

Se ha convertido ya en un lugar común pero se trata de una realidad que viven todos los días los sanitarios menos visibles desde que comenzó la pandemia: quienes realizan su trabajo en los servicios de salud pública y los de Atención Primaria no pueden más. El nivel de agotamiento que acumulan -y, muchas veces, de frustración al ver cómo la sociedad no responde a los constantes llamamientos a la responsabilidad- es elevadísimo, y la quinta ola de la covid-19 no ha hecho sino empeorarlo. Un ejemplo: solo entre los días 5 y 20 de este mes de julio se han diagnosticado un total de 6.230 nuevos casos de covid que, con una media de contactos de 2,5 cada uno, ha supuesto alrededor de 15.700 personas a las que ha habido que llamar y atender en sus necesidades tanto desde el servicio territorial de Epidemiología (responsables de la investigación de los brotes más importantes) como desde los centros de salud (que hacen el seguimiento clínico) con el apoyo en el rastreo del Regimiento de Ingenieros número 1 con base en Castrillo del Val.

Tal avalancha de trabajo -diagnóstico de los casos, censo de los contactos, realización de pruebas al principio y al final del proceso, seguimiento telefónico, que conlleva no menos de dos llamadas a cada paciente por parte de los médicos y las enfermeras...- no solo les encuentra cansados sino que ha ahogado literalmente la puerta de acceso al sistema sanitario, que es la Atención Primaria, a la que ya la pandemia pilló en los huesos después de años de olvido, recortes y de apuestas políticas por la atención hospitalaria.

En Burgos, además, apenas unos meses antes de que comenzara la actual crisis sanitaria las estructuras políticas de la Gerencia de Atención Primaria habían saltado por los aires y muchos médicos habían expresado públicamente su frustración por la bajísima calidad de los contratos a los que estaban atados y, en general, por el ninguneo al que estaban sometidos con agendas imposibles de abarcar, falta de tiempo material para atender a su cupo y puestos de trabajo en los que se sentían maltratados, todo lo cual, de alguna manera, repercutía en la merma de la calidad de la atención a los pacientes.

En este sentido fue muy singular la reacción de tres médicas del centro de salud de Los Cubos que hicieron pública la renuncia a su puesto de trabajo porque, literalmente, no podían más y fueron apoyadas de forma radical por todos sus pacientes, que no dudaron en salir a la calle a protestar.

Fueron meses muy complejos en los que se pedía la dimisión de los responsables políticos de Primaria, no solo por parte de los trabajadores -los coordinadores de los centros de salud amenazaron con abandonar su responsabilidad en bloque- sino también del Colegio de Médicos, una exigencia ante la que, finalmente, la Consejería de Sanidad dobló el brazo poco antes de las elecciones autonómicas. Con el nuevo equipo los profesionales comenzaron a recuperar la confianza pero a día de hoy la situación de los recursos humanos es parecida debido al drástico recorte que se hizo en su día de plazas de formación, por lo que el déficit de médicos continúa, ya que este año se van a jubilar -o ya lo han hecho- más de treinta profesionales en la provincia y han llegado apenas seis recién terminado el MIR.

Así que partiendo de este escenario y tras una pandemia devastadora, resisten como pueden esta quinta ola que les ha caído directamente (...).

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