En cualquier época del año procuro tener un plan en la cabeza que me ayude a afrontar la realidad cotidiana si ésta es amenazadoramente adversa. Y ahora que empieza la vuelta a la rutina postveraniega con mucha más razón. Ustedes ya saben que en estas fechas los medios se empeñan en sacar a la luz esos temas recurrentes que te ponen los pies en la tierra bruscamente. Me refiero a todo eso relacionado con la vuelta al cole de los niños, la vuelta al trabajo de sus padres, de las demandas de divorcio express por el exceso de convivencia veraniega y todo ese tipo de cosas. Mi plan consiste fundamentalmente en mantener la ficción veraniega todo el tiempo que sea posible. Incluso forzando la situación más allá de lo que podría pasar por razonable. Ese baño en el mar o en la piscina que ya no apetece porque la temperatura ha bajado o esa terraza nocturna que antes era tan agradable pero que ahora… Estas artimañas son las que hay que poner en práctica porque de lo que se trata es de llegar a Navidad sin que la transición se note demasiado. No es fácil que este plan tenga éxito ya que la realidad está constantemente conspirando en tu contra. Y los primero son los políticos cuyos biorritmos funcionan en planos distintos a los nuestros. No te dan tregua. Ya desde el último tercio del mes de agosto se han puesto en modo aguafiestas refrescando las broncas que dejaron mínimamente aparcadas apenas tres semanas antes. Si no fuera porque suena a frívolo diría que esta actitud es una pesadez. Por si fuera poco lo de la mesa de negociación de los catalanes y ese tipo de cosas este año se ha sumado… el gran asunto. Lo del megavatio y el mercado mayorista. Desde luego la auténtica canción del verano. Unos diciendo que vamos directamente al abismo energético y los otros que no es para tanto y que un par de retoques lo arreglan. La cuestión es que mientras se define el alcance real del problema los administrados estamos en un sinvivir mirando con aprensión a la lavadora en medio de la penumbra.
Si habitualmente el otoño suele producir melancolía este año vamos a tener que pedir a los profesionales de la salud mental que disuelvan algo en el agua del grifo que nos ayude a pasar el trago.