El Burgos rural explota la miel como ocio y como negocio

G. ARCE
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Un millar de apicultores, 586 de ellos profesionales, se afanan estos primeros días de otoño en la recolección de las 26.600 colmenas censadas. Se espera buena cosecha, pero muy atípica y desigual

El Burgos rural explota la miel como ocio y como negocio

La cosecha silenciosa, la de la miel, comienza estos días finales de septiembre y los primeros de octubre para los 984 apicultores registrados en Burgos. Tienen ante sí la tarea de recolectar, en esa ceremonia ritual del humo y el zumbido nervioso de los insectos, el preciado fruto de las 26.670 colmenas repartidas por casi todos los rincones de la provincia. Ha sido un buen año de temperaturas moderadas durante el invierno y de abundantes lluvias primaverales, lo que ha propiciado la floración de campos y bosques, por lo que se espera una buena cosecha, mejor que la del pasado año, pero no excepcional. Los interesados insisten en que es muy desigual y atípica, pues depende de zonas y de explotaciones.

Si hay algo en lo que todos coinciden es que hay más apicultores y más colmenas que nunca y que un alimento tan tradicional y apreciado está abriendo un amplio horizonte de emprendimiento y vida para el mundo rural burgalés. «Hay un importante incremento del censo de colmenas y de las solicitudes de alta de explotación en el REGA(Registro de Explotaciones Ganaderas). Muchos son colmenares de autoconsumo (con menos de 15 colmenas) pero algunos incrementan la producción por encima de las 25», explica el jefe del Servicio Territorial de Agricultura, Juan José Busto.

Según los datos de la Junta, en el que es obligado el trámite de registro antes de iniciarse en el mundo de la abeja, en Burgos se contabilizan 586 apicultores profesionales, con un total de 24.362 colmenas a su cargo, y 398 aficionados, que explotan otras 2.308 para abastecimiento propio. Los registros, lógicamente, no incluyen la actividad ilegal, ajena al censo, a los seguros y a los tratamientos sanitarios contra los ácaros que exige la Junta de Castilla y León para proteger la salud de la abeja, de los colmenares y la producción.

Las explotaciones se reparten por toda la geografía provincial, aunque la actividad comercial se centra especialmente y por este orden entre Salas de los Infantes (3.697 colmenas y 67 productores), Espinosa de los Monteros (3.552 colmenas y 51 productores) y Burgos capital (2.699 colmenas y 92 productores). Burgos capital, Villarcayo y Aranda de Duero concentran, por su parte, muchas explotaciones para autoconsumo.

La provincia ocupa el cuarto lugar en el número de colmenas a nivel regional, ranking que lideran Salamanca (277.225), León (60.976) y Zamora (36.193). Con sus más de 446.800 colmenas y casi 6.000 explotaciones, Castilla y León genera 3.106 toneladas de miel al año, el 8,5% de una producción nacional que alcanzó las 36.394 toneladas en el ejercicio 2019. El consumo de miel en nuestro país genera un negocio de más de 116 millones de euros anuales, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura.

Son números que se han disparado en la última década, también en la provincia: las explotaciones han aumentado un 46% y las colmenas un 13%. España exporta a Europa -Francia, Alemania y Portugal valoran y pagan la exquisita miel española-, pero también recibe ingentes cantidades de producción procedentes de China, Uruguay o Argentina. El gigante asiático introduce en grandes bidones  (a la postre, en la dieta de los hogares) la mitad las 14.200 toneladas importadas del exterior en 2019. Es la miel más barata y la más cuestionada por su calidad.

Desgraciadamente -y también en esto hay unanimidad- la cultura de la miel es aún muy pobre entre el consumidor medio. Abunda la producción incontrolada; los etiquetados muy básicos que no distinguen ni procedencia y, en la mayoría de los casos, ni tampoco los tipos de miel de acuerdo con la flor con la que se alimenta la abeja.

Una provincia con tanta diversidad y riqueza natural es productora de excelentes y muy variadas mieles. A destacar las de los brezos y el biércol de la Demanda y la Cordillera Cantábrica (Merindades), y también las de tomillo y espliego en las zonas de Carazo, Silos y El Cerrato, entre otras. En Europa empiezan a ser conocidas y reconocidas. Hay apicultores que se han introducido en el comercio online y están dando los primeros pasos para exportar.