Cumbre del clima en los pupitres de Santibáñez

P.C.P. / Santibáñez Zarzaguda
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El CEIP Virgen de las Eras apuesta por la sensibilización ambiental con una actividad extraescolar en la que participan 13 niños de 3 a 11 años y que imparten las fundadoras de una empresa basada en la sostenibilidad y la lucha contra la despoblación

Daniel se divierte mientras sus compañeros deciden el color del jabón a utilizar en el taller. - Foto: Luis López Araico

Todo está preparado para que arranque la cumbre del clima en Santibáñez Zarzaguda. Abel, Alejandro, Sofía, Izan, Francisco, Eric, Lucas, Daniel, Claudia, Saúl, Eiden y Laín. Son los nombres escritos en los carteles de las mesas. En sus manos está el futuro del planeta. Aguardan en fila, disciplinados pero nerviosos, a que las anfitrionas terminen de preparar la sala.

No tardan en ocupar sus sitios. Comienza el trabajo. La jornada se prevé intensa y no exenta de tensión. Se aborda el uso y el abuso de los recursos naturales. Si salen de aquí convencidos de que no son inagotables, podrán transmitir ese mensaje, cada uno en la república independiente de su casa. Pronto se desatan las discusiones. Todos aspiran al bien más codiciado -el jabón de color rosa-, que pronto se acaba. La primera lección del día ya la han aprendido.

No será el único motivo de fricción entre los miembros del G-13 (hoy 12 por falta justificada), quienes finalmente descubren que se necesitan unos a otros y alcanzan un acuerdo en pos del bien común, con la mediación de Cristina y Sandra, las anfitrionas de esta cumbre que cada martes entre octubre y diciembre se gesta en el CEIP Virgen de las Eras.

Las diferentes alturas que se aprecian en el aula ya indica que no se trata de un colegio al uso. Niños de entre 3 y 11 años comparten esta actividad extraescolar centrada en la educación ambiental, que imparte, a propuesta del Ayuntamiento del Valle de Santibáñez y en particular de su alcaldesa, la empresa 2131Norte.

Tras los dígitos que marcan la altura del techo de la provincia de Burgos, el pico San Millán, se encuentran tres mujeres. «Tres amigas que coincidimos en la Oficina de Medio Ambiente de la Universidad de Burgos, con empleo precario, y que decidimos montar una empresa que se dedica a la formación ambiental. Pensamos dónde podíamos ayudar más y nos centramos en el medio rural y en su dinamización», explica Cristina Ortega, graduada en Ciencias Políticas y Gestión Pública. Con Sandra García (Historia y Patrimonio y Máster en Evolución Humana) y Laura Huerta (Relaciones Laborales y Recursos Humanos) arrancaron en julio con un proyecto que explora la educación ambiental en el sentido más amplio de la palabra: talleres para niños y adultos, campamentos, itinerarios medioambientales, cursos, excursiones guiadas, acciones de responsabilidad social corporativa. Una visión tan amplia como la que se tiene desde la cumbre del SanMillán y una determinación tan firme como la que guía a los escaladores cimentan 2131Norte.

«Nuestra formación no tiene nada que ver pero las tres coincidimos en que hay que cuidar el medio ambiente. El proyecto nos parece válido para toda la sociedad», explica Cristina, mientras que Sandra insiste en la necesidad de «recuperar las raíces y volver a una sociedad menos consumista», mensaje que tratan de difundir también a través de sus publicaciones en redes sociales.

Durante el verano estuvieron en diversas localidades como Los Barrios de Bureba, Nofuentes y Pancorbo, con diversos talleres para niños y adultos, y este sábado enseñarán decoración navideña con macramé en Vilviestre del Pinar (inscripción previa en Asociación de mujeres rurales del municipios). En su aún corta experiencia, ninguna actividad les ha marcando tanto como la del colegio de Santibáñez Zarzaguda. «Habíamos estado con niños pero de edades similares, es la primera vez que nos enfrentamos a un grupo de 4 a 11 años. Al principio es difícil porque los mayores se aburren, los pequeños no se entienden y debes adaptar las actividades. Pero está superbién, porque los mayores ayudan a los pequeños y eso en un colegio convencional no lo ves, aquí están muy unidos», detallan.

Con ellos han hecho ya jabones naturales -taller al que corresponden las imágenes- inciensos, antotipia (fotografía con pigmentos naturales), un trol natural -«como un Mr. Potato al que tienen que ir cuidando, le sale pelo y se lo tienes que cortar para que no se te muera», explican- y bombas de semillas, «caléndula, hierbabuena, que luego plantamos en el jardín» que se observa por la ventana y en el que siempre que pueden salen a estimular su creatividad.

La clase, la última del día, acaba muchas veces en partido de fútbol, deporte que practican Cristina y Laura. Quizás si las grandes cumbres del clima terminasen así, ganaría más ese equipo que a todos nos representa, el del planeta.