La crisis de pandemia resucita el alumnado en autoescuelas

G. ARCE
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La alternativa del coche frente a los potenciales riesgos sanitarios del transporte colectivo o compartido o el aprovechamiento de los tiempos muertos de los ERTE animan a sacar el carné

En los últimos meses se ha detectado un progresivo cambio de tendencia en la ocupación de las aulas y los coches de prácticas de las autoescuelas. - Foto: Alberto Rodrigo

Si algo empieza a cambiar en un año de pandemia es la normalización de las mascarillas y la percepción de los potenciales riesgos sanitarios en los espacios públicos y compartidos. Este cambio, que nadie se atreve a asegurar aún si ha llegado para quedarse o será temporal, ha vuelto a devolver el interés por el uso del coche privado como alternativa al transporte colectivo, lo que, por extensión, ha llevado a muchos jóvenes a inscribirse en una autoescuela en los últimos meses para sacarse el carné de conducir y cambiar la tendencia negativa que experimentaban estas enseñanzas.

Varios factores están influyendo en esta decisión, explican desde la Jefatura Provincial de Tráfico. Por un lado, el riesgo latente de contagios está cuestionando el uso del transporte público o privado compartido. Hay también personas que han optado por el teletrabajo y han trasladado su residencia al ámbito rural, por lo que han sido conscientes de la necesidad de disponer de un coche para desplazamientos.  

«La mayor parte de los nuevos alumnos a los que hemos matriculado en 2020 disponen de más tiempo para prepararse porque están afectados por un ERTE o incluso hay quienes disponen de más ahorros para formarse por la imposibilidad que hay ahora de salir, ir de vacaciones o viajar al extranjero», explica Juan Carlos Ramírez, responsable de Autoescuela Burgalesa. 

La incorporación a las aulas ha sido progresiva en los últimos meses y, asegura, se están viendo todo tipo de perfiles, aunque, añaden desde la Jefatura Provincial de Tráfico, hay una franja de edad joven que está creciendo y que hasta ahora no manifestaba interés por dar el paso al carné de conducir

El problema generado por estos cambios, explica Ramírez, es la falta de examinadores para dar salida al mayor número de alumnos. En 2020 también quedaron pendientes de realizarse los exámenes prácticos y teóricos durante los tres meses de alarma sanitaria. A esta bolsa de alumnos sin atender se han unido las sucesivas incorporaciones de alumnado. 

Menos accidentes. El jefe de Tráfico, Raúl Galán, explica que lo que está ocurriendo en las autoescuelas es un fenómeno nuevo porque, hasta la pandemia, era evidente un cambio de mentalidad entre los jóvenes, para los que el uso del automóvil había dejado de ser una prioridad. Las alternativas eran las diferentes fórmulas de transporte compartido gestionadas a través del teléfono móvil o los nuevos vehículos de movilidad personal, como patinetes o bicis eléctricas.

Prueba de este cambio, detalla Galán, es que, a pesar del trágico accidente ocurrido el domingo 21 en la Cartuja, las estadísticas confirman que los siniestros mortales al volante en vías interurbanas están disminuyendo progresivamente en la franja entre los 15 y los 25 años, la edad del bautismo en la carretera que tantas vidas se llevó antaño por inexperiencia, por temeridad o por el abuso del alcohol y las drogas, entre otras causas.

Es más, en la estadística del pasado año no hay ninguna víctima mortal en esta horquilla de conductores, aunque la ausencia de estos se contrarresta con el progresivo incremento de los fallecidos de más edad y también de pasajeros menores, lo que sí preocupa especialmente en la DGT. En concreto, de las 16 víctimas mortales registradas el año de la pandemia, 3 se ubican entre los 7 y los 14 años, 4 superaban los 74 años de edad y 9 se enmarcan entre los 25 y los 74 años.

Los números de 2020, explica Raúl Galán, jefe de Tráfico, son tendencia en los últimos años y son reflejo del paulatino envejecimiento de la población y de un menor número de jóvenes, así de simple. La media de edad de los permisos de conducir supera los 50 años y, solo por eso, hay más probabilidad de exposición al riesgo en la carretera en las personas de más edad, y cuanto más años cumplan peor.

Los registros a nivel nacional confirman esta realidad. El pasado año se registraron 870 fallecidos en las carreteras españolas, los muertos mayores de 65 años (el 18%) casi duplicaron a los jóvenes (10%). 

Carreras. Incluso la práctica del tuneado de los coches (malentendida como el culto a la velocidad sin límites) y los grupos que se dedicaban a las carreras ilegales han disminuido, lo que se atribuye a la crisis y a la facilidad o no de acceso al empleo y a un dinero para cubrir unos gastos que son elevados. Tráfico reconoce que hay menos aficionados a los tubos de escape pero aún quedan algunos de estos conductores temerarios, más visibles y sonoros si cabe con las limitaciones sanitarias a la movilidad. «No son muchos pero se hacen notar y ponen en peligro a los demás». 

Hay habitualmente operativos, tanto de Policía Local como de Guardia Civil y conjuntamente también, para vigilar no solo a estos conductores jóvenes sino a adultos que son ya conocidos por su forma peligrosa de conducir.

Galán resta trascendencia a las sagas de películas y de videojuegos que basan su atractivo en el culto a la velocidad irreal en la pantalla, aunque tienen su influencia negativa. Entiende que siempre ha existido esta oferta «aunque no quiere decir que todos imitemos en la carretera lo que vemos en la televisión o el ordenador. Es una cuestión de madurez, de educación y de convivencia cívica».