Dale Veneno al pollo

R.P.B.
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Kiko Veneno y su fabulosa banda hacen las delicias de las cientos de personas que se congregaron en el nuevo y estupendo emplazamiento del Festival Pollogómez

Dale Veneno al pollo - Foto: Patricia González

El pollo da de sí. Haya mucho o poco arroz. Al menos éste, el Pollogómez. Que hasta triunfa con veneno. El del bueno, ojo. El vivificador. El de Kiko, leyenda del flamenco rock. La esplédida tarde de agosto contribuyó a que Villangómez fuera una fiesta de música y buen rollo. Tiene Kiko Veneno el estilazo de los grandes, de los que han escrito con letras de oro páginas imborrales en la historia de la música patria. El veterano artista, que tiene más tablas que Moisés y el magnetismo de los mitos, envenenó el ambiente nada más salir al escenario. Se le sintió como siempre: disfrutón, rebelde, fiel a ese verso suyo tan conocido: Si tú no te das cuenta de lo que vales el mundo es una tontería... Hasta la capital del pollo viajaron legiones de fans del Veneno, resueltos a intoxicarse hasta las cachas de su arte. Y de lo que fuese: vino, cerveza, destilados.


Ahí estaban Eva, Tomás y la cuadrilla de Arcos de la Llana, por ejemplo. O María y Nacho, entregados a la buena vida, comiendo muslos y alitas como si no hubiera un mañana. La tarde había empezado fetén, con la entrega al periodista Javier Pérez Andrés del ‘Pollogómez de Honor 2019’ por ser uno de los mejores embajadores de la Castilla y León vacía y vaciada. El tipo es un salado. Se mostró encantado. Reconocido. "Villangómez lleva la contraria a los que habla de la España vaciada. Que una población de poco más de cien habitantes sea capaz de movilizar a cientos de personas es una maravilla. Y con una razón identitaria: las granjas, la producción de pollos, la cooperativa avícola más importante de la región. Eso tiene un gran significado. Y es un canto a la carne de pollo", dijo el premiado.


Que no se lo cuenten a la tropa: antes del concierto de Kiko Veneno se anunció que se había arrasado. De ello hablaban las parrillas, las bocas llenas, ese aire a brasa inigualable. Arrancó Kiko Veneno y sus musicazos hechizando al personal desde el primer tema, ese Lobo López mítico. Volaba un dron por la campa que acogió este año el concierto (un acierto de la organización) mientras la tarde se desangraba en oro perfilando el horizonte de fincas cosechadas como una promesa de amor. El buen rollo imperó en la campa durante todo el concierto, en el que Veneno y su banda desgranaron temas antiguos y nuevos para goce del personal. De Eva, de Tomás, de Nacho, de María. De todos. 


¡Viva el Pollogómez!