Tórtoles lucha por mantener abierta su única sede bancaria

Adrián del Campo
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Ayuntamiento y vecinos se oponen al anuncio de cierre de la oficina que les queda, de Ibercaja. Defienden que es un servicio muy utilizado

Varios vecinos de Tórtoles, junto a la alcaldesa, debaten sobre el cierre del banco. - Foto: A. del Campo

Hace un par de semanas Tórtoles de Esgueva conoció la intención de Ibercaja de cerrar la única sucursal bancaria que queda en el pueblo. Desde el primer momento los clientes de la localidad mostraron su descontento y el enfado entre los vecinos ha ido creciendo con el paso de los días.  Así lo cuenta la alcaldesa del municipio ribereño, Pilar Alejos, que ya estudia qué medidas tomar para evitar que la oficina se cierre, como le demandan sus ciudadanos.

La regidora del PCAS declara que el primer paso que han dado ha sido contactar con los medios de comunicación y en el Ayuntamiento estudian cómo hacer presión. "Si ellos no van a continuar prestando el servicio, vamos a tomar medidas más serias, porque uno de los clientes fuertes es el Ayuntamiento", anuncia Pilar Alejos haciendo referencia a la posibilidad de llevar las cuentas municipales a otra entidad bancaria. A esta amenaza se suman varios vecinos a pie de calle. "Si cierra, habrá que cambiar el dinero de banco. Sacar el dinero en una acción de rebeldía para que se porten bien", advierte Ángel, un jubilado de Tórtoles.

De seguir sin ver atendidas sus demandas a favor de la continuidad de la sede bancaria y a la espera de comunicarse directamente con la entidad, el Ayuntamiento contempla otras medidas como la recogida de firmas, acudir a la Diputación... porque no entienden que se decida cerrar una sucursal que "no tiene ningún coste de alquiler, el edificio es del banco", y que disfruta de muchos clientes en el pueblo. "Cuando viene el trabajador del banco, que ahora lo hacía ya solo dos veces al mes, acude mucha gente. No es un cierre por falta de clientes, ellos sabrán por qué", sentencia la alcaldesa. Palabras que refuerzan los vecinos. "Algún día falta solo llevar a unos dulzainero de la de gente que hay, parece hasta una romería. A veces me tenía que ir a Roa por no esperar la cola", afirma Javier, otro de los residentes.

El malestar en Tórtoles es palpable e incluso, mientras se habla del cierre, se escucha un grito de "¡nuestro dinero no vale nada!". De clausurarse la sucursal, tendrían que desplazarse a Torresandino. Y eso los que tienen coche, los que no, los más mayores, dependerían del favor de otros conocidos o de los taxis más cercanos, situados en Roa. Por todo ello, Tórtoles defiende la continuidad de su sede bancaria.